martes, 9 de octubre de 2018

El retorno de la derecha...


¿Será inminente el retorno de la derecha?  es la pregunta que me hago ante el panorama actual de liderazgo político y de cambios o probables cambios de gobierno, en especial en América Latina.

Y es que al parecer, la izquierda actual tan lejos hoy de la de antaño hasta el punto de contradecirla, se ha perdido en el camino.   Por un lado se ha descarriado la izquierda política y por el otro la izquierda cultural o también llamada "Marxismo"  cultural,  nombre que no termina de convencerme, prefiero para el caso el nombre de progresismo (aunque quizá tampoco represente alguna definición de progreso a cabalidad).    

La izquierda, como decía, se ha perdido en el bullicio y el discurso y ha extraviado en el proceso su teoría política de base, aunque en realidad parece ser que más que eso lo que se ha perdido es la noción de lo que significa tener una base política y un marco teórico serio en el cual sustentarse.   No digo, por si aún existan quienes creen que la izquierda se reduce a Marx , que las ideas Marxistas, hayan sido la solución a todos los problemas o que sean genialidad pura a pesar de que parte de su método, la dialéctica crítica, realmente me parece destacable.  Al hablar de la izquierda de antaño o de su base hablo de su origen mismo como concepto, de la idea de cuestionamiento de todo aquello que casi por inercia puede llegar a mantenerse aun a pesar de haberse visto que no funciona, de que tiene sesgos, que viola derechos o que se mantiene partiendo de supuesto errado.  Con izquierda me refiero a ese pensamiento que busca, que cuestiona, que teoriza, que se estructura social y/o académicamente para generar un cambio en aras de mejorar las condiciones existentes, que no avala el statu quo que busca mantener ciertos intereses.  

No se puede negar es que la izquierda de antaño, se constituyó sobre una base, un marco y una teoría político/económica y social, buena o mala eso no voy a discutirlo aquí, pero estructurada, desarrollada y consecuente al menos con ciertos ideales o intereses históricamente marginados, además de llamar ( en la teoría) a la defensa de causas indudablemente nobles COMO CONCEPTOS, cosa que solía atraer sobre todo a juventudes de forma casi romántica hacia la demanda y revolución por tales causas. 

El hecho de que los gobiernos, tal como lo hacen hoy, se hubieran subido al carrito de tales consignas progresistas para establecer regímenes autoritarios, es algo aparte, aunque no deja de llamar enormemente la atención.  Pero al final, sin analizarlo demasiado, sabemos cómo es de fácil manipular a través de las emociones y de las demandas sociales.  

Desviándome un poco, mas no demasiado, esa manipulación de la emocionalidad de las personas, ha adquirido gran relevancia no sólo en la aplicación de regímenes autoritarios supuestamente de izquierda que alardean sobre la nobleza y lo "revolucionario" de sus ideas, sino también con nuevos y fuertes resultados en el pueblo llano, y algo que ha contribuido a ello creo que es la masificación de estas consignas desde los gobiernos en relación a la masificicación también del acceso a Internet y redes sociales.   Entre este impacto derivado de este juego manipulativo a nivel emocional me remito a las nuevas consignas de "libertad" y "reivindicaciones" sostenidas irónicamente por  movimientos que han mostrado claramente una inclinación dogmática, a través del esparcimiento de nuevos micro relatos, de nuevos mitos, teorías de conspiración (que parece una especie de mitología del siglo XXI) y creencias (espiritualidad light reciclada en muchos casos) como "verdades alternativas" porque ahora "todo depende", o inclusive venden tales relatos como "la verdad", ya que todo (menos los relatos de la modernidad) es verdad.  Todo ellos tiene pisada fuerte en un contexto posmoderno y donde la posverdad parece el pan de cada día.

Volviendo donde me quedé hace un párrafo y retomando algunas ideas del anterior, hoy la izquierda y el llamado progresismo, al parecer realmente se encuentran a la deriva, y lo más irónico es que actualmente ambos movimientos abrazan características atribuidas por ellos mismos a la ultra-derecha, características que antaño solían combatir, tales como el relativismo casi solipsista donde la verdad se desdibuja, los autoritarismos, la censura de lo ideológicamente "incorrecto", la correción política (que pensadores de izquierda como Luis Espinal solían considerar remilgos de la élite aburguesada), entre otras cosas.

Es así que, desde esas posturas, lo único que han logrado es hacer más daño que bien a su propio movimiento y a las causas que dicen defender: primero, al exhibir valores tan contradictorios con la izquierda de antaño y contradictorios incluso entre sí y segundo, al "dotarlos" de toda suerte de inconsistencias y excentricidades absurdas, hecho que sólo termina deslegitimando tales causas ante el ojo no crítico ni reflexivo (pues por sí mismas son, en general, causas nobles y relevantes), es decir, ante quienes lejos de desarrollar un espíritu crítico tienden simple y llanamente a moverse únicamente entre la "seguridad" de dos bandos (como si nada existiera fuera de ellos) y a aferrarse fanáticamente a uno de ellos; pues ver fuera de ellos requiere un ejercicio más concienzudo y esforzado, pero por lo diferente a esos dos polos, a esa realidad dualista y simplista que se tiende a ver con frecuencia, y obviamente, menos popular.   Es así que hoy la tendencia general parece señalar que el pensamiento crítico y sobre todo la autocrítica han quedado en el olvido y se la has rifado a cambio de la "seguridad" y facilidad de tan sólo seguir venerar ídolos, que ojo! no se limitan a caudillos, sino que se extienden a las mismas ideologías que son fácilmente idolatradas.

Las consignas de la izquierda pudieron tener buenas intenciones en un principio, pero en medio de la condición posmoderna de la sociedad actual, considero que erraron en sus métodos y fundamentos, y ya a partir de ahí su discurso fue a parar también al tacho, no porque sus consignas no fuesen legítimas, sino, como decía, por sus métodos.

El progresismo actual lejos de impulsar las reivindicaciones que predica o siquiera de mostrar la coherencia que se requiere y que el caso amerita, en nombre de consignas tales como la libertad, tolerancia, equidad etc. y que además tanto se enarbolan, lejos de todo ello, lo que ha conseguido es dar nuevos bríos a la derecha extrema, y no porque ésta tuviera mérito sino por mera decepción de los procesos de "izquierda" descarrilados.  Así, hoy se ve cómo cobra nueva vida la derecha de tintes más totalitarios y autoritarios (para peor), y han provocado eso al haber incurrido y haberse apropiado la izquierda, en primer lugar, de prácticas y discursos que la izquierda de antaño solía combatir, convirtiendo su discurso en un embrollo de contradicciones sin remedio; y en segundo, al haber demostrado una carencia NOTABLE de seriedad y rigurosidad argumental no en cuanto a la legitimidad de sus nobles consignas (cosa que no pongo en duda, pues en su mayoría son justas y legitimas en sí mismas, como conceptos ideales), sino en cuanto a sus métodos y en el marco en que sustentan su discurso, que muchas veces parece simplemente salido de la nada, y otras paradójicamente salido únicamente de nuevos mitos y dogmas (y el dogmatismo es lo que irónicamente dicen combatir); y que, lejos de reivindicar libertades y derechos, lejos de la tolerancia que tanto predican terminan cayendo en lo diametralmente opuesto por causa de su intolerancia, condenas y prejuicios hacia todo lo diferente al propio discurso.  

Así, a nombre de libertad abogan por la censura, a nombre de de respeto abogan por la corrección política (que no es sino otra suerte de censura que maquilla los problemas, no los enfrenta ni mucho menos soluciona), a nombre de tolerancia incita la intolerancia sobre todo discurso ajeno al suyo tildándolo muchas veces injustamente de "facho", neoliberal, de "oveja" dormida o manipulada por el sistema, de machista, misógino, racista, todofóbico (toda etiqueta con sufijo "fóbico" al parecer sirve de muletilla) etc., mellando la calidad humana de todo aquel que no repita y acepte sin cuestionar su discurso, sometiéndolo (hoy de forma masiva con el uso de rrss) al escarnio público, al linchamiento social y la ignominia sin posibilidad alguna de defensa; o a nombre de paz y reivindicaciones promueven vandalizar no solo bienes públicos (que las mismas personas excluidas por las que cuales dicen abogar terminan arreglando), sino también con agresiones hacia personas que no secundan su discurso y su métodos violentos y agresivos, entre otros miles de ejemplos.  ¿Én qué punto se perdieron?  me pregunto.

Así realmente lo único que se logra es hacer más daño que bien a las legítimas causas que tanto la izquierda dice defender y dar razones además a ideologías enfrentadas y totalmente contrarias, para emerger y ganar adeptos.   Pero el problema viene cuando abre el paso y da nuevas "razones" a regímenes opuestos de tintes autoritarios y/o extremistas para surgir y resurgir con renovados bríos y renovados "motivos" por los cuales supuestamente el mundo "debería" decantarse por ellos.   De verdad que a veces hasta me suena a planificado, a propaganda negra, por lo bien que encajan las piezas 1.   

Pero no voy a caer en hipótesis apresuradas, ni mucho menos en teorías de conspiración porque, por otro lado, tampoco es que el cojo (izquierda) pueda, en la realidad de los hechos, eximirse echando la culpa al empedrado (derecha);  al fin de cuentas la nueva izquierda (esa izquierda posmoderna) ha mostrado serias lagunas, sesgos y contradicciones en su actual discurso y proceder.    Al final, el retorno de la derecha en el panorama político actual parece inminente, y no ante la demonización de la izquierda sino ante el autosabotaje con que ésta ha marcado, mellado y al parecer sellado su propio destino...

Ahora ese cambio de paradigma al parecer se esta empezando a hacer efectivo por ejemplo, en Brasil tras lo sucedido en sus elecciones primarias o en Argentina, y con esto me refiero al cambio de "turno" entre la izquierda que dominó la última década y la derecha que regresa con la misma fachada de mesías redentor que hace una o dos décadas usó la izquierda en Latinoamérica, ante los despojos que dejaban los gobiernos tradicionales de derecha.

No voy a emitir juicios sobre si los nuevos gobiernos son o no de postura ultra radical por el simple hecho de que realmente no creo disponer del conocimiento de causa para intentar siquiera hacerlo, una cosa es ver desde afuera, otra vivirlo, y no me atrae particularmente la idea de caer en prejuicios o pecar de ignorante por lo pretencioso de aventurarme a hacerlo.

Y es hoy, ante ese cambio digamos "de turno", que los "progresistas" más acérrimos se rasgan las vestiduras y saltan señalando toda clase de "ismos" y "fobias" en los nuevos gobiernos  (racismo, machismo, homofobia, etc.) y denostando  algo que, probablemente su propio movimiento en su falta de coherencia y en sus excentricidades, ha exacerbado.  No justifico en absoluto tales lacras como el racismo, homofobia, etc., de ninguna manera, lo que digo es que el ojo no crítico, que lamentablemente es el más, no dudará, por causa de los desaciertos de la izquierda progresista en decantarse por el lado totalmente opuesto llegando no solo a admitir como bueno todo aquello contra lo que esa izquierda se levantó por el simple (y ridículo) placer de darle la contra, sino a exaltarlo.   Así, se ve a la izquierda actual criticando y repudiando afanosamente y a todas voces el autoritarismo y demás lastres de la ultra-derecha mientras la derecha hace exactamente lo mismo con sus adversarios de izquierda; pero ambos se olvidan de criticar sus propios lastres, vicios e incluso atrocidades.

Ese es el problema, el grueso de las personas se aferra casi fanáticamente a un "bando" y olvidan completamente la autocrítica.   Así a menudo, cuando una persona habla por ejemplo del respeto hacia la dignidad humana ya salta a la vista la prisa por etiquetarla de "progre", tachándola casi automáticamente de tonta o  denostando su coeficiente intelectual a priori.    Algo similar pasa del otro lado, pues cuando se pone en evidencia las incoherencias y absurdos del actual progresismo, no se tardan nada en etiquetar al tal de ultraconservador, retrógrada o "facho" y en denostar su calidad humana como si de un ser monstruoso se tratara.  Así, aunque hablen de cuestionar al sistema esto no aplica cuando se trata de cuestionar los propios dogmas, y aunque hablen de tolerancia, esto no aplica cuando se trata de opiniones diferentes a las suyas aun si abrazaran las mismas consignas, pues no soportan ni toleran la otredad cuando esta no refuerza su propio discurso, ¡vaya ejemplo de tolerancia!   

Pero no se equivoquen, esta conducta no se limita a este único grupo, la intolerancia campea en nuestra sociedad, y se hace evidente en el campo irreflexivo y de ruidoso enfrentamiento  entre ambos "bandos", cuando se presenta una idea que cuestione o difiera de su discurso.   Lo curioso del caso es que uno de estos bandos exhibe precisamente la tolerancia y el antidogmatismo como su carta de presentación.  Ante esa paradójico desarrollo provocado y sostenido en el tiempo por la propia izquierda, ante ese contrasentido, ante esa falta de coherencia, es realmente fácil y hasta era previsible que el desencanto por este tipo tan curioso (por decir lo menos) de izquierda llegara y no se hiciera esperar demasiado.

Sin embargo hoy el pensamiento crítico y reflexivo, en medio de fanatismos y dogmas, fácilmente se ve rifado a cambio de la seguridad y comodidad de adscribirse a uno de los dos bandos en pugna, cuando el desencanto por uno de ellos llega, y esto ha llegado a un punto tal que no me extrañaría que en breve veamos cómo no solo se avalan sino que se glorifican las dictaduras, aquellas que una vez la sociedad entera repudió.  

Y es en esa visión dicotómica y simplista que al parecer todo comienza a desarrollarse, es decir, en base a qué bando va "ganando", como si esos extremos fueran lo único que existe, como si la realidad pudiera describirse y entenderse de forma tan simplista y reduccionista como sucede desde una visión dualista, y en el fondo, obtusa.   

En pos de la ideología se perdieron ideales y valores, y en pos de la crítica posmoderna hacia la razón se interiorizó la falacia de que, por no ser ésta suficiente para atender todos los problemas físicos y existenciales del hombre, tampoco es necesaria 2.  Se perdió también el estudio y búsqueda rigurosa y se lo cambió por la repetición del dogma "alternativo" de moda, se obvió la construcción teórica y académica, el marco teórico social y político, se perdió la autocrítica, se perdió hasta el respeto por la vida y la dignidad humana,  se perdió incluso la coherencia y todo se reduce al parecer a fanatismos y visiones sesgadas que lo que esconden al final son tan sólo luchas de poder por la supremacía de la propia ideología.   Y en eso al parece decaer todo, a eso parece reducirse, a una lucha de poder.   Tal vez por eso, entre otras cosas, estamos como estamos...

Para resumir:  la izquierda se ha quemado y autogoleado tanto que ha hecho más daño que bien a su propio movimiento, y han abierto la puerta de par en par no sólo a la derecha sino también a la ultra-derecha (¿me animo o no a pensar en propaganda negra?),  para que aquella pueda volver con pompa y gloria como si fuera lo único que puede "salvarnos" de la catástrofe. Quizá entonces, se abrió también la puerta de entrada hacia nuevos autoritarismos, solo que esta vez, con la venia del pueblo, de un pueblo desencantado y decepcionado de los intentos progresistas fallidos y de gobiernos de izquierda desgastados, con poca o nula credibilidad.

No conozco o no recuerdo a los autores, pero han llegado a mi conocimiento sobre todo estos últimos años, declaraciones por doquier de personas sosteniendo verdaderas barbaridades sólo por su decepción con respecto a los gobiernos de izquierda (sobre todo aquellos en ejercicio dentro de América Latina), ideas que por ejemplo apoyan abiertamente el retorno de las dictaduras de derecha según ellos, para "rescatar al país" de los gobiernos actuales de izquierda.  

Han escuchado por ejemplo la horrorosa y "celebre" frase "¿prefiero una dictadura de botas que una de ojotas?"  ¡caray!!! pero si el problema es la dictadura, no quien la ejerza! ¿así de perdidos estamos? ¿en serio? Y he escuchado por ahí incluso cosas peores, sí, aunque no parezca posible; ideas que al parecer ¡casi rozan con apoyar el aniquilamiento en masa! y esas, son ideas atroces que no se vierten de forma gratuita; quiero decir, la "ideología" y escala de valores que  las acompaña han de ser seguramente afines, ¿o no?  o  ¿será producto tan solo de esa facilidad y seguridad que existe en simplemente volcarse arrebatada y visceralmente al "bando" de ideas contrarias y san se acabó?  Sinceramente creo que la cosa pasa por ambas explicaciones, y quizá muchas más.   Pero el asunto es que al final no podemos eximir a nadie de la responsabilidad sobre sus palabras e ideas ¿verdad? ni justificarlas exclusivamente con el contexto, el hastío, la decepción, el paso del tiempo o con el cambio de las circunstancias.   La dignidad del ser humano no prescribe ante "circunstancias" ni la atrocidad de su vejación con el tiempo.

En tanto no se recupere la autocrítica, la coherencia de discurso, y más importante aun,  aquella entre discurso y acción; en tanto no se fundamente todo eso en un marco sólido y sigan primando otros intereses tales como luchas por el  poder aun por encima de la dignidad o incluso de la vida de las personas, creo sinceramente que el barco va a seguir yendo a la deriva...
Al final, la izquierda radical y la ultraderecha parecen mejores amigos, ambos usan los mismos métodos y se ayudan mutuamente, coadyuvando enormemente al resurgimiento pomposo del otro al desgastarse a sí mismos desde adentro, en completa podredumbre. Ambos son el sistema. Y los enfrentados y quienes pierden somos nosotros, cuando jugamos su nefasto juego...



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Entre paréntesis, no voy a negar es me hizo pensar un poco, sólo un poco y sin caer en conspiranoias, en esto, que en realidad trataba sobre la relación entre el consumismo y la desafección por los objetos de consumo que fácilmente se desechan y se reemplazan por el ultimo modelo del objeto en cuestión, sin embargo yo lo relacioné con el asenso, autocontradicción  y decadencia de la izquierda:   «Nos brinda un ejemplo de primer orden de ese proceso que Thomas Mathiesen recientemente ha descrito como "silenciamiento silente": utilizar la estratagema de la "absorción" para cortar de raíz el disenso y la protesta que el sistema genera y esparce, lo que significa que las actitudes y acciones que en principio son trascendentes se integran al orden imperante de modo tal que sirvan a los intereses dominantes. Así la amenaza para el orden imperante queda desactivada. Y yo agregaría: también son convertidas en fuente inagotable de recursos para el mantenimiento y la reproducción de ese orden» Zygmunt Bauman, "Vida de Consumo", 2007
2 «El siglo XVII tuvo la sabiduría de considerar la razón como una herramienta necesaria para tratar los asuntos humanos.   El Siglo de las Luces y el siglo XIX tuvieron la locura de pensar que no sólo era necesaria, sino suficiente, para resolver todos los problemas.   En la actualidad, todavía sería una mayor demostración de locura decidir, como quieren algunos, que   con el pretexto de que la razón no es suficiente, tampoco es necesaria»  François Jacob, "El Juego de lo Posible", 2006

1 comentario:

  1. Me sorprendió, pero poco después de que publicara esto, me encontré con esta opinión, muy acertada para mí, les invito a leerla:
    https://www.infobae.com/america/america-latina/2018/10/13/un-profesor-de-filosofia-brasileno-explico-por-que-bolsonaro-gano-la-primera-vuelta/

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