domingo, 3 de febrero de 2019

¿Por qué me desagrada el progresismo posmoderno actual? (Spoiler: no es por "ultraconservadora,")


Hoy es claro como el antiprogresismo crece, y esto no lo digo solamente yo, la sociedad misma, dividida entre críticas fundamentadas o absurdas; en general, se ha ido desencantando cada vez más de estos discursos.  Pero el progresismo tampoco para de crecer; sus discursos y postulados han ganado relevancia a otro nivel, e incluso allí donde está el poder, sus ideas se han ido institucionalizando.   Esto nos muestra una sociedad francamente ultrapolarizada y, al parecer, menos crítica y mucho menos autocrítica aún para con la propia ideología.   

Pero analicemos ahora el lado del desencanto sobre discursos de izquierda a nivel político, muestra de ello es el retorno de los regímenes de derecha de antaño en América Latina ante el clamor y descontento de la gente decepcionada de los procesos de supuesta izquierda (y digo supuesta porque ni siquiera creo sean realmente de izquierda pues desconocen siquiera de dónde proviene lo que promueven).

Antes de seguir, cito algo que escribí en este blog el pasado año (pueden leerlo completo aquí) :
"Estos movimientos creen y juran (de acuerdo a su propio dogma), que lo  cuestionan todo, que son revolucionarios y antisistema, pero en realidad no hacen más que  repetir dogmas que el propio sistema financia y promueve como políticas desde las altas esferas, más allá incluso que las gubernamentales, eso ni siquiera los acerca al concepto de izquierda que en su connotación de antaño significaba cuestionamiento del sistema establecido, no los acerca, de hecho, son lo diametralmente opuesto a una visión de izquierda puesto que ha asumido como propias las consignas del sistema creyendo que son sus consignas las que han logrado "conmover" al sistema.   Por eso me contraría que el mundo crea que  esta suerte de extraño progresismo representa algún tipo de "izquierda cultural" siendo que de izquierda casi no tienen nada.   Y pueden ser tan dogmáticos como el ultraconservador extremo promedio pero claro, su forma de ataque es tachar de ultraconservador y retrógrada a todo aquel que no comulga con su movimiento (léase cuasi secta, ya que sus postulados parecen no ser pasibles a cuestionamiento so pena de escarnio aun si se compartieran sus causas a un nivel más profundo)."
"[...] ese cóctel de pensamiento mágico/esotérico/místico tergiversado en "izquierda", es un cóctel multifuncional que al parecer se puede "espolvorear" y mezclar a gusto donde sea para volverlo una "causa consciente" a defender, viciando y empañando con la típica parafernalia posmoderna causas realmente legítimas."
Sin embargo, como decía, en el ámbito político de Latinoamérica la llamada izquierda, por ahora, parece hacer perdido fuerza.  No son pocas las personas que sostienen que no se ha visto una lucha real o resultados de peso contra los problemas estructurales que en teoría se esperaba combatieran a inicios del siglo XXI (corrupción, dilapidación de recursos, extractivismo desmedido, brechas socioeconómicas, etc.) cuanto todavía existía fe en esos movimientos y grandes multitudes se volcaron en la urnas a apoyarlos; sino que, al contrario, se han cambiado unas élites por otras y los problemas siguen ahí, intactos. Mas bien yo diría que lo que se ha visto es una especie de recrudecimiento de tales problemas y no porque ese cambio a gobiernos progresistas lo promoviera directamente, sino porque, entre otras cosas, el enfoque de luchar contra las formas (desde extravagantes performances que personalmente considero hacen más daño que bien a sus propias causas) ha derivado en un recrudecimiento del problema de fondo, atizado a su vez por la resistencia del bloque abiertamente "enfrentado".

Ahora, a pesar de que los gobiernos parecen cambiar de dirección por el voto desencantado contra las nuevas "izquierdas", en el ámbito social al parecer sucede lo contrario, esa misma "nueva izquierda" (el término lo uso a propósito y no es gratuito) sigue y sigue ganando fuerza y lo hace a través de una paradoja similar a aquella con la que se hacen más visibles los movimientos progresistas (se lucha por la libertad promoviendo toda suerte de censuras y corrección política -ataca a las formas-, se predica tolerancia lapidando socialmente sin piedad a aquel que osara cuestionar en algún sentido al movimiento -estando incluso lejos de cuestionar sus causas-, se predica abolición de dogmas del statu quo promoviendo los nuevos dogmas "correctos", preferentemente posmodernos, etc.).  

Estos movimientos, por ahora, han permanecido con mayor aceptación en nuestra sociedad que en el ámbito puramente político, quiero decir, gubernamental, donde parecen estar perdiendo acólitos (por ahora, insisto).  Prueba de este ascenso en la popularidad de las ideas posmoderna de progreso, son las políticas y censuras en las grandes plataformas del mundo virtual (que prácticamente son las mismas promovidas por la corrección política de estos movimientos), las nuevas políticas alrededor de instituciones de alcance mundial, las nuevos contenidos en educación, etc., todos ellos acordes y delineados por la ideología progresista posmoderna y que, sin demasiado ruido,  se están implementando, muchas veces ante el desconocimiento de la población en general, otras, aun por sobre la protesta en contra, a veces legítima, a veces no. 

Y lo preocupante no solamente es el desconocimiento, lo que sería preocupante tratándose de la ideología que fuera (nunca fui amiga del adoctrinamiento), viene a ser que estas nuevas normas no solamente están delineadas por la parte ideológica que lleva en sí causas justas y luchas contra problemas reales como lo son el respeto a la pluralidad, la igualdad, libertad, la lucha contra la discriminación, contra el racismo, etc., cosa que pinta muy buena, sino que, demasiado a la ligera, al parecer, también se adoptan políticas provenientes de estos movimientos que han sido amplia y contundentemente cuestionadas, tales como la posible introducción de cierta misandría velada o las experiencias eróticas tempranas en el campo educativo a nombre de supuestas "reivindicaciones" (¡de verdad es cierto!) o la implementación de sesgos, dogmas e ideas que no tienen asidero científico (en el caso de la biología, psicología o hasta cierta supuesta "física cuántica", por ejemplo que ha llegado a permear incluso en universidades, colegios y hospitales, es decir, a todo nivel).

Según lo anterior, al parecer, inclusive desde ciertas instituciones se ha limitando la investigación científica, donde a nombre de respeto y tolerancia por ejemplo, se debe referirse a personas que han intervenido en estudios como a aquellas se le ocurra concebirse.  Asumido eso, me pregunto entonces ¿un médico ya no podrá decir que estudió el caso de una mujer por ejemplo aun si estuviera estudiando sus cromosomas XX sólo porque ella se concibe como varón?, ¿no lleva eso a sesgos anticientíficos y a confusiones en el planeamiento, desarrollo y conclusiones de un estudio que en teoría es científico? ¿Puede un científico ser coartado en su libertad como investigador y cientista y ser conminado a implementar en sus aseveraciones científicas ideas basadas en postulados de una determinada ideología (como si fuese la única "verdadera") aun si contradijeran o causaran confusión y malentendidos en su propia investigación? ¿No representa aquello un peligro para la veracidad u objetividad de los hechos científicos presentados? y, no presentar datos rigurosos en medicina, por ejemplo ¿no representa un peligro para la salud pública?

También como ejemplo de esto está la manera cómo en publicaciones científicas, para que éstas no resulten discriminatorias, según dicta la Norma APA, debe adscribirse al uso de "las y los", "todas y todos", y demás ideas que sostiene, nuevamente, una sola ideología que a estas alturas ya parece la dominante, no sé si en número pero definitivamente en poder.  Esta ideología, a través de sus postulados de lenguaje teóricamente "inclusivo", entra en franca polémica no solo con la RAE (que no es delito hacerlo tampoco, solo que la idea de que el lenguaje es discriminatorio es un postulado todavía cuestionable y se corresponde con una o dos de los cientos de corrientes posibles y no así con la sociedad en su conjunto.  Valga aclarar a propósito, la RAE no obliga como lo hacen muchos de estos grupos al señalar y defenestrar como discriminador, todofóbico, etc., a quienes no se adscriben a esa forma de lenguaje; la RAE, lo único que hace, es recopilar los usos y concepciones generalizadas en la la población de habla hispana, con sus particularidades en cada región, incluso -digo esto independientemente de creer que no siempre hacen bien su trabajo-) sino incluso consigo mismos, por ejemplo, cuando norman también la utilización de un lenguaje claro, preciso, no ambiguo y que no dé lugar a confusiones.

¿Habremos de aceptar entonces como norma, y limitarnos y reducirnos y adscribirlos a dichas ideas porque nos vemos obligados a hacerlo aun si estas no tienen un asidero de peso más allá que el de alinearse a una única ideología que las postula como si fuesen axiomas?  Y para peor, casi se convierten en un dogma, que solapadamente, al parecer, busca imponerse, curiosamente, a nombre de libertad y tolerancia...  Esto, como es sabido, se consigue a través de grupos de presión, lobbies que merced a sus acciones en el campo social y político son capaces de promover incluso lo impensable (ventana de Overton), o será que el sistema promueve lo impensable a través de dichos grupos?

En este punto las limitaciones que se imponen podrían contener sesgos importantes capaces de coartar el conocimiento científico e incluso el acercamiento objetivo (es decir, sin cargas ideológicas interesadas) incluso a las pequeñas verdades a las que tenemos acceso (ya que obviamente no estoy hablando de una verdad ontológica o existencial absoluta).  Relativismo puro.   Pero aún más alarmante es precisamente la promoción de aquellos impensables, cosas que por algunos reparos voy a evitar especificar aquí.  Esto no viene de ningún ultraconservadurismo de mi parte, aclaro, pues algunas de esas ideas son  algo más que las simples (y perjudiciales, si me preguntan) extravagancias de forma a las que aludí al principio, son otras, a todas luces, peligrosas, y que se infiltran solapadamente.  

Es allí donde surge la crítica fundamentada, esta vez, hacia el impacto de movimientos progresistas.  Ya en lo político la decepción ha sido algo más generalizada manifestándose en ese cambio de, digamos, "bando", en los regímenes de gobierno a nivel de Latinoamérica, algo reflejado por el voto efectivo mayoritario.   Sin embargo, la crítica en cuanto a lo social no ha producido demasiado efecto manifiesto en el poder que estos lobbies y sus financiadores y promotores tienen efectivamente, repito, a nivel social.  Prueba de ello la creciente cultura de la cancelación y apedreamiento social incluso de aquel que cuestiona algo pequeño sobre aquellos postulados aun sin rechazar sus causas; surgen y se reproducen entonces clónicas etiquetas peyorativas que prácticamente destruyen la reputación de aquel que osara hacerlo, etiquetas tales como la de machista, misógino, racista, violento, todofóbico, "facho", retrógrada y muchas más de la misma índole sin que necesariamente se haya mostrado el autor de la crítica afín con tales bajezas, sino por el simple hecho de cuestionar posibles sesgos, o contradicciones de aquellos movimientos, e insisto, aún sin rechazar sus postulados fundamentales como la lucha contra todas esos problemas estructurales que dicen combatir y que sí, evidentemente existen.  

Todo aquello, junto con el hecho de que tal ideología, en cierta medida, está institucionalizándose de forma sutil o abierta, y a veces hasta forzada en ciertos ámbitos; representa una forma violenta no sólo de coerción, sino también de imposición (por el temor al señalamiento cuando este es injusto, según lo que vengo explicando, la cancelación si ton ni son y en resumen, por la espiral del silencio); y si recordamos el afán deconstructivista, a niveles fuera de toda racionalidad, que propugnan tales movimientos posmodernos, es claro que cualquier cosa podría normalizarse, legalizarse o hasta hacerse ley, y mucho más si tomamos en cuenta el poder que están adquiriendo, al punto de que empresas e instituciones, para no generar el repudio específicamente de estos movimientos (los mismos que se han mostrado muy afines a la cultura de la cancelación), han institucionalizado ya parte de sus ideas solo para seguir vendiendo también a ese movimiento masivo (masivo en su poder, sobre todo) y que parece crecer cada día.  

Aun así, aun con todo lo expuesto, si somos lo suficientemente objetivos y críticos de la realidad como demandamos ojalá fuesen en esos movimientos; en honor a la razón y la lógica que los tales parecen haber satanizado (es claro que la razón por sí misma no es suficiente para atender los problemas sociales, pero eso no significa de ningún modo que no sea necesaria), si somos lo suficientemente objetivos, decía, no podemos por simple desavenencia con esos movimientos negar la existencia real de problemas como el racismo, machismo o discriminación en nuestra sociedad. No vamos a ser tan míopes. 

Sin embargo, entre los detractores del progresismo están no sólo aquellos que hacen una crítica con fundamentos, también están, y mayoritariamente, por desgracia, aquellos que lo hacen fanáticamente, es decir, por su adscripción al bando contrario, en atención a ese sesgo tan común del tipo "como yo soy bueno, mi bando es de los buenos; tú estás mal, no importa lo que digas, porque eres de lo otros".  Me temo, como decía, que aquí podría estar el grueso de detractores, quienes simple y alegremente tienden a desestimar causas justas con respecto a problemas que en realidad SÍ existen, es decir, se estrellan contra las causas legítimas de lucha, en lugar de criticar los métodos, contradicciones o sesgos de quienes las encumbran, que es donde, a mi modo de ver, radica el problema (fuera de ciertos postulados que sí están jalados de los pelos).  Existen y es necesario visibilizar y luchar por esas causas que, debido a las extravagancias y desaciertos de los movimientos que dicen enarbolarlas, el ojo poco crítico, sencillamente niega o toma como causas infundadas o absurdas a los problemas que combaten como supuestamente inexistentes. 

Aquellos que denostan esas causas legítimas solo por causa de sus paladines están, me parece, cayendo en una suerte de ad hominen, y estos paladines a su vez, estarían cayendo en una especie de hombre de paja autoinflingido al llevar al ridículo sus propias causas.   Estos últimos, además, han declarado, en gran parte, una lucha directa y frontal contra el uso de la razón, la ciencia positiva y todo lo que representa Occidente y su modernidad (aunque el propio progresismo posmoderno sea también un fruto de Occidente y su modernidad, pero ya vemos, no tendrían por qué no caer en esa contradicción especialmente siendo que de frente desprecian la racionalidad por considerar a sus relatos automáticamente "opresores",, al menos allí hay cierta coherencia interna, aunque dudo que intencional); sin embargo, los primeros, ¡vaya ironía! dan una respuesta tan acrítica como los postulados que dicen cuestionar en sus "contrarios".

Y con respecto al hombre de paja que acabo de mencionar, lo veo más o menos como si estos movimientos progresistas de SJW estuviesen precisamente, en cierta forma, interpretando hombres de paja en lugar de defender sus ideales con argumentos serios y bien fundamentados. Entonces, al llevar prácticamente al ridículo las luchas y causas que dicen defender, el resultado será que las personas poco críticas alegarán que los problemas que aquellos alegan combatir, en realidad, no existen, sin ser eso necesariamente cierto.  Es decir, al llevar al ridículo su propia causa, la dañan, y terminan, sin querer, siendo funcionales a la ideología contraria, reforzándola;  muy al contrario de lo que cualquier movimiento con un norte certero haría... no saben de dónde vienen, no saben adónde van tampoco.

Esto, por si acaso a alguien le parezca demasiado embrollado, no es así, ese tipo de estrategias donde se defenestra una idea desde adentro existe, donde la propaganda que parece favorecer a un grupo, idea, partido etc., en realidad se la "cocina" de tal modo que en el fondo genere el efecto opuesto.  Al final, el emisor verdadero de dicha propaganda parece ocultarse entre las sombras: es la propaganda negra.

Desde los llamados Estudios Culturales de Birmingham he creído que la artificiosamente autodenominada "Nueva Izquierda", aquella eminentemente posmoderna que surgió a partir de los estructuralistas y se sancionó en Birmingham puede ser una suerte de "propaganda negra" financiada, creada y llevada a la práctica por la ultraderecha "liberal" más rancia y autoritaria en pos de sus propios intereses y para acabar con el disenso y con la izquierda no por la fuerza, haciéndole la guerra de frente, como sucedía en los años 60 con el Plan Triangular o años 80 con el Plan Cóndor, por ejemplo, sino "por debajito", de forma solapada, bajo ropajes de buenismo y aparente "revolución", para confundir, y acabar con ella desde allí.   Díganme, si no es así, entonces, ¿por qué se ha visto un resurgimiento y un repuntar, nuevamente, de esa ultraderecha rancia que buscaba combatir las ideas de izquierda a través de la bota militar?  Y ojo que no estoy hablando aquí de guerrillas y ejércitos paramilitares de aquellos años, hablo de ideólogos de izquierda que no estaban dados a las armas sino que mostraban un alto compromiso con las reivindicaciones sociales.  Para muestra mencionar a Luis Espinal o Marcelo Quiroga Santa Cruz.

De esa manera, no por la fuerza, sino por la maña, bien podrían tomarlo de nuevo todo, no a través de la bota militar sino con la venia del pueblo, bajo la idea de ser supuestamente "los salvadores", los "despiertos", etc.

Es por eso que, entre otras cosas, que no termina de convencerme ese movimiento posmoderno actual, que lejos de reivindicar las causas que enarbolan, con sus contradicciones, sesgos, dogmas, métodos y maromas, las han empañado.   Y entre esas "otras cosas" que mencionaba está que, bajo esas contradicciones aparentemente buenistas, y muy independientemente del ojo acrítico que refuerza las ""maravillas"" del bando contrario, está el hecho de que sus propios postulados "anti Occidente" están en realidad agudizando las características más decadentes de la cultural Occidental, su ultraindividualismo y cuasi solipsismo "gracias" al relativismo posmoderno, y terminando no en reivindicaciones o conquista de derechos humanos, sino en todo lo contrario, en la perpetuación de todos aquellos problemas que dicen combatir, y como siempre, bañados bonitamente de "buenismo".  Ya escribiré otro post al respecto, y cuando lo haga, lo dejaré en los comentarios.
 
Es así que, al final, creo sinceramente que esos movimientos (los progresistas posmodernos) sólo han hecho más daño que bien, no porque tuvieran la culpa de la falta de criterio del bando contrario, quienes alegremente niegan la existencia y magnitud de los problemas que el progresismo denuncia, sino porque, sabiendo que ahora que se ha adjudicado tanta importancia e influencia aparentemente en poder de dicho movimiento (el progresista), en lugar de direccionarlo hacia un buen lugar, se han decantado por el espectáculo, el performance, extravagancias de todo tipo, pseudo revoluciones, rebeldías enlatadas de receta y sin causa, y han alimentado en el imaginario que todo lo "alternativo" es sinónimo automáticamente de progreso aunque no tenga fundamento alguno (como la tierra plana y hueca a la vez), o que todo lo polémico es síntoma per se de cuestionamiento o de "progreso", donde se ha satanizado el uso de la razón (de ahí sus enormes contradicciones) para caer presas no de la "empatía" como podría parecer, ya que recurren ávidamente a la manipulación emocional, sino de la visceralidad, pues cuando lapidan, claramente no hay empatía que valga, se satisfacen en la cancelación y estigmatización arbitraria.  Al final solo revelan los vacíos de su discurso y la carencia de un sustento sólido, además de la creencia fatua de que todo lo nuevo o todo lo que "da la contra", aunque sea sin argumento alguno, es, automáticamente, muy "intelectual, revolucionario o noble". 

El progresismo lamentablemente se está desgastando, pues como revolución de las ideas y del pensamiento y como progreso social se ha quedado mirando con performances extravagantes (y hasta peligrosos y contraproducentes) cómo lo que se buscaba combatir solo se refuerza, se alimenta de sus desafortunados desaciertos.  Aun así, aunque los gobiernos cambien, persiste en los ámbitos de poder supraestatales, poco a poco se va apoderando y se va haciendo parte de un sistema que impone sus ideas como siempre ha sabido hacer con todo, coerción, censura, leyes, normas, poco a poco esa causa se está convirtiendo en el mismo sistema contra el que en un principio supuestamente estos movimientos se alzaron, o es que siempre partieron de allí...  Digo, fueron pensados no desde el pueblo de a pie, sino desde la "Academia" (¿necesito volver a Birmingham?), fueron y son financiados por universidades, instituciones, organismos internacionales e incluso gobiernos de entonces y hasta con capitales privados (obviamente interesados), han sido incluso hoy institucionalizados, y aun así se conciben a sí mismos como lo más antisistema que existe y que si no te adscribes sin chistar a sus ideas automáticamente eres parte del rebaño dormido, monstruoso, facho, retrógrada, etc.; lo peor de la humanidad.   

Yo me pregunto, ¿desde cuando se ha visto una revolución antisistema auspiciada por el propio sistema? Como que algo no cuadra, ¿cierto?  Y no, lo que digo tampoco viene de ideas conspiranoides sobre los maléficos planes "globalistas" de un tal "Marxismo Cultural" que e realidad no existe.   Ya dedicaré otro post a ello, y cuando lo haga también lo dejaré en los comentarios.

Por otro lado, es entendible el descontento entre intelectuales y críticos que defienden nuestra libertad entre otras cosas, sin embargo hoy, en lugar de ver el caos contradictorio y de censura en que se han convertidos estos movimientos,  lo que ahora hace el grueso de la crítica es satanizar las causas justas y reales tachándolas automáticamente de inventos "progres", ¡qué fácil!

Todo en automático ¿no?, en ambos lados del espectro, si no eres de los míos están con ellos y estás automáticamente mal.  Y san se acabó! Dónde habrá quedado el criterio y el pensamiento crítico, me pregunto, empañado por el fanatismo ultrapolarizante de ambos lados, creo, ahogado entre esa dicotomía simplona que cree que solo existen dos posibilidades, que cree que si no te adscribes fanáticamente y sin chistar a alguna de ellas entonces eres indeciso, pusilánime, tibio o neutral (neutral es igual a ser indiferente para mí); pero nada más alejado de la verdad.  Existimos quienes tenemos una posición muy definida, pero no limitada o reducida a ese maniqueísmo absurdo e interesado.

Es así que hoy muchas personas que ven el mundo en blanco y negro ven como un cáncer social el luchar por esas causas, cuando el verdadero cáncer, a mi parecer, está en ideas que solapadamente, en lugar de reivindicarlas, las han empañado con sus extravagancias, incoherencias, contradicciones y dogmas absurdos, sin olvidar que también por debajo, alimentan y perpetúan las taras contrarias. Y esas causas, ante el ojo no crítico han quedado injustamente manchadas con una reputación tal que no veo lejano que pronto se termine enalteciendo todo lo que es contrario a las causas progresistas sólo porque sí, sólo por dar la contra a un movimiento también acrítico que, a mi parecer, se ha quemado y autogoleado solito (el progresismo posmoderno). Lo más preocupante es aquello de dar la contra acríticamente; pues significaría que se podrían radicalizar aun más esos problemas estructurales, y hasta la gente podría llegar a solazarse en ellos, y esa, obviamente, NO es la idea.

Por eso entre otras cosas el progresismo posmoderno y sus desvaríos me desagrada tanto, porque con sus dogmas, sesgos y contradicciones abismales en lugar de reivindicar las causas por las que dicen luchar las empañan, haciendo creer a quienes se mueven como hojas en el viento que por ejemplo el racismo, machismo, la discriminación, el cambio climático son solo inventos progres y no es así, o que el ser vegano o humanista es motivo de burla y escarnio, algo propio de peleles o que luchar por reivindicaciones justas es algo propio de llorones y "victimistas" y tampoco es el caso...  Es decir, bastante oscuro el panorama.

En resumen, hacen más daño que bien a nobles y justas causas, pues ahora el mundo tiende a desestimar y ridiculizar las mismas en lugar de ver que esas causas son serias, que los problemas de que hablan son reales, y que lo disparatado del asunto son los ruidosos y estrambóticos colectivos que dicen representarlas pero que al final, como decía sólo las están terminando de sepultar.

Negar, por ejemplo, la existencia de machismo o racismo en nuestra sociedad sólo porque las feministas de tercera ola y/o el grueso de los movimientos progresistas hablan o hacen algo más que algunas incoherencias y extravagancias es un sesgo enorme, o hasta debe ser algún tipo de falacia con nombre y todo que lo describa.

Yo misma odio el dogmático y contradictorio feminismo de tercera ola, pero eso no me ciega ante la realidad de una sociedad viciada de violencia, machismo, tráfico humano y todo tipo de podredumbre. Al final, creo sinceramente, que como sociedad estamos enfermos y revolcados en lo peor tanto del machismo como del feminismo. Pero no, para unos fácilmente puedo ser una "progre posmo" por reconocer la existencia, magnitud y peligro de los problemas de discriminación y violencia que como sociedad enfrentamos y para otras una también muy fácil será tacharme alegremente de “machista heteropatriarcal misógina, retrógrada” por no cegarme ante las falacias y el carácter dogmático y sectario de su movimiento. Es decir, y el pensamiento propio, ¿no está permitido, no es bien visto, o qué?

Un breve de pensamiento crítico como sociedad, para diferenciar y separar la causa misma de los movimientos, tanto a favor como en contra, nos caería de maravilla!, ya que ambos bandos han confundido la causa misma, con sus representantes más ruidosos como si fueran la misma cosa, los unos creen que por criticar su movimiento se está siendo racista machista, todofóbico etc., los otros creen que por defender la dignidad humana y ver que en verdad esos problemas existen ya uno ha caído redondito en todo la prédica posmoderna con sus incoherencias y todo, y que se está defendiendo la intolerancia, censura y falacias de aquellos movimientos.  

No sé realmente qué es peor: si el progresismo autoritario, sectario, que lejos de representar algún tipo de progreso está lleno de sesgos y contradicciones, que predica abolición de dogmas y libertad sólo para crear sus propios y nuevos dogmas y censurar todo lo demás, que predica tolerancia y pero se muestran enormemente intolerantes a todo lo que se escapa de aquellos dogmas, que llegan a cuestionarlo todo pero jamás cuestionan sus propios dogmas, que surgen a partir de consignas nobles pero son lapidarios e injustos contra toda crítica hacia sus postulados...  no sé si es peor ese progresismo posmoderno tan contradictorio desde la médula o el nuevo “conservadurismo” también autoritario que se avizora, uno mucho más radical que en respuesta a los primeros está surgiendo, algo que de manera similar al caso anterior, lejos de ser conservadurismo, en realidad, es sólo un movimiento contrario al progresismo, que al parecer mira con buenos ojos toda suerte de atrocidades en contra de la dignidad humana sólo porque representan lo contrario al discurso progre; y algo muy peligroso, a pesar de defender esas conductas reprobables todavía se atreven a afirmar que los problemas sociales que son bandera de las causas “progres” no existen.  Ajá, dicen que esos problemas no existen en absoluto mientras al mismo tiempo, los promueven. Ahí algo inevitablemente, me parece hace click. Astuto, ¿no? 

Ahora tiene sentido el desbarajuste actual ya que parece, al contrario de lo que se vende y promueve (propaganda negra, insisto) que no estaría reflejando ningún "despertar" como coinciden en imaginarse (ingenuamente) algunos de los grupos más ampliamente funcionales al sistema pero que se consideran a sí mismos antisistema: los afectos a las teorías de conspiración de moda y el progresismo posmoderno.

Por eso y mucho más, así como por su capacidad de engañar y manipular emocionalmente a las masas con sus banderas de revolución y nobleza, el progresismo actual, ese típicamente posmoderno me desagrada tanto.  Porque no contentos con toda esa manipulación y cuasi sectarismo, están siendo funcionales, me parece, a un proceso altamente peligroso, probablemente, de no retorno.

Al final al parecer sólo el criterio y la empatía podrían librarnos de la decadencia que tenemos en frente y que no la vemos porque estamos demasiado ocupados en fanatismos y en que gane el propio “bando”, como si no existiera nada fuera de ellos.  Al final, como dije alguna vez, al parecer todo se ha reducido a una lucha de poder.   Lo que veo realmente es mucho fanatismo en ambos lados. Y no sólo eso, aun sin la presencia de éste, veo cómo es mucho más seguro adscribirse a un "bando" y san se acabó, así se evita uno problemas, chau todo sentido de autocrítica hacia el propio movimiento, pero claro, eso tiene su atractivo: a cambio siempre habrá quien te llene de vitoreos o te de palmaditas condescendientes en la espalda.  ¿Ven lo que digo?  Un papel importante juega también el evitar no solo la disonancia cognitiva, sino también el ostracismo, ese que deviene a la espiral del silencio.

Ya no sé si lo que se busca es solo algo más simple: la burbuja de confort y un ambiente autocomplaciente.

Ahora, ver las contradicciones de los progres disque significa ser todofóbico, machista, racista, ultraconservador y retrógrada, mientras ver que evidentemente vivimos en una sociedad racista, machista, etc., disque significa fomentar el autoritarismo "progre". ¡Ay la vida! no todo es cuestión de volcarse acrítica y fanáticamente a uno de los dos bandos, porsiaca...

Para resumir, no, no me gusta nada este progresismo actual porque aún con su posible buena voluntad;  con su incoherencia, extravagancias, ingenuidad (sinceramente me parece que en su ingenuidad y buenas intenciones muchos se han dejado meter el dedo a la boca) no ayudan mucho.  Sus eternas contradicciones, lejos de lograr algún cambio social positivo, al parecen, lo que están logrando es ser funcionales a sus contrarios al autogolearse. Y sus contrarios, a sus vez, los ayudan a ellos, sin imaginarse, dándoles más motivos para sostener que, en efecto, el racismo, discriminación, etc. sí existen, es decir, siendo racistas, discriminando, etc., con un vigor renovado.  (Pero maticemos, eso NO da derecho a que a cualquier cosa que no es racismo ni discriminación se catalogue como tal solo por no asentir a rajatabla todo postulado posmoderno, de hecho, llamar a cualquier cosa racismo y discriminación tiende a invisibilizar verdaderos actos de racismo y discriminación, ¿a quién ayuda eso?). 

Y toda esa retroalimentación tan turbia entre ellos no hace sino fomentar el odio y polarización, crear nuevas formas de intolerancia, nuevos grupos a los cuales injustamente lapidar y nuevas formas de censura.  Pero como si esto fuera poco, y lo más peligroso, es que está sirviendo en bandeja de plata a los más radicalizados detractores de los progres una sopa lista y llena de nuevos pretextos (porque razones no son, obviamente) para el recrudecimiento de aquellos problemas sociales (racismo, discriminación y demás lacras) al enarbolarlos como la única supuesta respuesta posible, como la supuesta "solución antiprogre", ensalzando esta vez como algo positivo su retorno más recrudecido, como si semejante cosa pudiera justificarse; el retorno rimbombante de todos aquellos males que se suponía aquellos movimientos progresistas habrían de combatir. Uy, sí, vaya "despertar", qué "victoria".  Todo mal!

Así, realmente no sé adónde vamos a parar...

Como dije por ahí:

«La izquierda posmoderna radical y la ultraderecha, también radical, parecen mejores amigos, ambos usan los mismos métodos y se ayudan mutuamente, coadyuvando enormemente al resurgimiento pomposo del otro al desgastarse a sí mismos desde adentro, en completa podredumbre.» 

Al final, sirven a un mismo interés... SON el sistema.


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