viernes, 11 de noviembre de 2022

Chola: Icono, cultura y pensamiento.

Miradas en torno a la revalorización del ícono y su legado cultural.


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“Se debe rescatar lo que hay en común, encontrar y sostener
vínculos desde el pueblo” Sayuri Loza.
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Hoy, la revalorización de la imagen de la chola en Bolivia parece ser una realidad. Confluyen en esta aseveración distintas miradas y así lo revelan las nuevas tendencias donde la imagen de la mujer de pollera parece ser la protagonista. Salen a la palestra, por ejemplo, desfiles de moda centrados exclusivamente en la vestimenta de la chola paceña, colecciones de vestuario inspiradas en ella, reuniones temáticas juveniles dedicadas a este ícono de la cultura paceña y, más allá todavía, es tomada en cuenta y resalta también en el ámbito político.

En torno a este fenómeno surgen diversos puntos de vista, sin embargo, antes de abordarlos, cabe hacer un acercamiento al marco histórico y cultural que rodea a la chola, desde la Colonia hasta nuestros días.

El cholo/mestizo

Abordemos en primera instancia la relevancia y papel del mestizaje en el surgimiento de la chola. 

Su vestimenta, señala la historiadora y diseñadora de modas, Sayuri Loza, transitó un camino marcado por muchos cambios en atención a la época, los contextos y la moda.  Loza, es además historiadora, bailarina e intérprete de lenguas aymara (que es también su lengua materna, junto con el español), inglés, japonés y latín y aprendió sobre el arte de la confección de vestuario como un oficio de familia, a través de una larga tradición de sastres, sombrereros y confeccionistas, es además hija de una mujer de pollera, la recordada comadre Remedios Loza, cuya participación en la política marcó historia en los años 80, al haber sido ella la primera mujer de pollera en la historia de Bolivia en ocupar un cargo en el Parlamento.


Arriba izq. Sayuri modelando mantas de la diseñadora Amanda Aliaga. / Fotografía: Rosio Landaeta
Arriba centro. Sayuri como diseñadora presentando para Diseñarte Bolivia su colección “Maelstrom”. / Fotografía: Álvaro Pérez
Abajo. Sayuri cuando fungía como encargada del archivo histórico de RTP. / Fotografía: Sayuri Loza

La chola, explica la historiadora, viene de la mezcla racial y cultural que, desde el siglo XVI y XVII, se vino conformando de forma paulatina. En aquella época, quienes accedían a ciertos pequeños espacios de poder económico (caciques o incipientes burgueses) se adscribieron étnicamente como mestizos. Esta adscripción se produjo cuando el indígena, con cierto poder económico asimiló la cultura española; mientras que, quienes no tenían ese acceso, permanecieron como indígenas.  Estos mestizos adoptaron la vestimenta española y es de allí de donde viene la chola, señala.

El cholo, en general, no tenía acceso al territorio, por lo que no era labriego sino artesano, comerciante y, viviendo en las ciudades, se desenvolvía como una suerte de pequeño burgués, logrando poco a poco mayor poder adquisitivo. Es decir, el concepto de “mestizo” tiene más que ver con el acceso a esos pequeños privilegios que surgen al adoptar parte de la cultura española que con un aspecto meramente racial, señala Loza, ya que, a su juicio, sería algo sesgado hablar todavía en el siglo XVII de una total pureza racial entre indígenas, por mucho que al día de hoy se manejen tales conceptos.  El mestizaje fue sobre todo una adscripción a tal denominativo a partir de esas simbiosis culturales y de estilo de vida, indica.  En este contexto, los mestizos claramente no tenían los mismos derechos que los españoles, pero gozaban de ciertos privilegios, por ejemplo, estaban exentos de la Mita y del pago de impuestos.


El concepto de 'mestizo' tiene más que ver con el acceso 
a esos pequeños privilegios que surgen al adoptar parte de la 
cultura española que con un aspecto meramente racial.
El mestizaje fue sobre todo una adscripción a tal denominativo
a partir de esas simbiosis culturales y de estilo de vida,
señala Loza.

El cholo en aquel entonces se desenvolvía en una especie de punto intermedio entre quienes tenían todos los privilegios y los que no tenían ninguno, señala Loza.  Los reconocidos Antonio Gallardo o Alejo Calatayud, que se desenvolvían dentro de esta especie de clase media de los cholos, constituyeron además los primeros intentos de levantamiento en contra del régimen español.

 

La vestimenta de la chola en la historia.

Una vez conocido aquel contexto general que rodea a la chola, hagamos ahora un recorrido cronológico.  En un principio, durante la Colonia, se prohibía al local, mediante normativa, el uso de la vestimenta del español, esto, con el objetivo de marcar claramente una diferenciación de clase.  La normativa establecía específicamente códigos de vestimenta, pues no debía confundirse a lugareños con españoles, explica Loza, al tiempo que cita la investigación titulada  “La vestimenta en Chuquiawu Marca y sus procesos culturales (750-1930 d.C.)” de la historiadora Mary Money.  Sin embargo, estas  normas no fueron del todo atendidas y los mestizos fueron los primeros en empezar a vestir la ropa que usaban los españoles. 

En aquel tiempo, la mujer mestiza vestía el traje español, el mismo que ‒a diferencia de lo que se cree‒ tampoco era original de España, sino una readaptación de faldones árabes (lehengas) y mantones de Manila chinos. Cuando estos textiles llegaron a España en el siglo XVII, calaron de tal manera en las mujeres de la época que la adoptaron como parte de su vestimenta. “Estamos más globalizados de lo que creemos”, manifiesta Loza.

Casi un siglo después, con el levantamiento de Julián Apaza, los nativos comenzaron a recordar y usar la vestimenta de sus ancestros como una forma de rebeldía contra el régimen español. Para reprimir esta manifestación y ‒contrariamente a la anterior normativa‒ surgió la prohibición para el lugareño de usar ropa que le recordara sus raíces.  Se estableció entonces, tanto en áreas rurales como urbanas, el uso obligatorio de vestimenta según las normas españolas.  En occidente se instauró el atuendo de las campesinas de Extremadura y en los valles el de las de Andalucía.  A razón de ello existen hoy en día diferencias entre la ropa que lleva la chola paceña y la cochabambina, explica Loza. 

Esa idea básica se mantuvo naturalmente durante la República a pesar que desde entonces no se hizo más alusión a la forma de vestir de los ciudadanos.  Así, la moda de la chola fue absorbida por los mestizos, algunos más pudientes que otros, y fue cambiando y adoptando nuevas significaciones según la época y el contexto, acabando por ser influenciada inclusive por la moda internacional, con las flappers, por ejemplo, o con zapatos de tacón.  A partir de entonces se establece el traje de la chola como una readaptación y resignificación propia desde el mestizaje, indica la historiadora. Es decir, no fue un atuendo eminentemente indígena ni fue adoptado solamente por aquellos, como se tiende a creer hoy.

Según indica el texto editado por el Museo de Etnografía y Folklore (MUSEF), “Realidades Solapadas. La transformación de las polleras en 115 años de fotografía paceña”, las mestizas usaban la pollera para diferenciarse de las indígenas y heredar ese posicionamiento social a sus hijos. Más tarde, las mestizas que tenían un menor poder socioeconómico y que muchas veces se reconocían indígenas, fueron también adoptando la vestimenta española conforme a sus posibilidades.


Las mestizas usaban la pollera para diferenciarse de
las indígenas y heredar ese posicionamiento social a sus hijos.

Eran las mujeres mestizas adineradas de entonces, conocidas como “cholas de primera”, o “cholas decentes” las que comenzaron a usar esta vestimenta precisamente gracias a su posición económica.  Por otro lado, las llamadas “cholas de segunda”, de origen indígena y con menores recursos, usaban telas y manufactura más modesta, pero muy poco diferenciable de los de las mestizas en cuanto a elementos de la vestimenta.  Estas diferencias de clase en torno al atuendo de la chola se conocen hoy gracias a los dibujos de Melchor María Mercado, indica Loza.

 

Diferentes atuendos de las cholas según Mercado.
Fotografía: MUSEF. Realidades Solapadas: la transformación de las polleras en 115 años de fotografía paceña, de C. Cárdenas, Y. Espinoza y L. Salazar.

Así, las llamadas cholas decentes, durante la República, vestían la pollera según el último grito de la moda europea. Eran esposas de adinerados, profesionales y vivían en áreas urbanas pobladas, pero con el surgimiento de nuevas corrientes en la moda, sus hijas fueron dejando la pollera para adoptar las nuevas formas de vestir que llegaban al continente. Sin embargo, las mestizas con menor poder adquisitivo, las llamadas entonces cholas de segunda, aquellas que vivían en las laderas o áreas rurales, mantuvieron el traje de la chola, dejando de imitar a las clases altas españolas.

Esto, según Loza, sucede debido a que las clases más pudientes están a la vanguardia en moda; mientras que las clases menos pudientes suelen mantenerse todavía con tendencias anteriores. De esta manera, la pollera se fue perdiendo entre las clases altas.

Con el transcurso de los años, la élite política comenzó a sentirse amenazada por un estamento cholo urbano que iba ocupando cada día sitiales económicos de mayor importancia, según indican Irurozqui y Larson en la ya mencionada publicación del MUSEF. En este marco, se elaboró un discurso que presentaba a lo cholo como un retroceso (idea que ya durante la República las élites liberales habían propagado en torno al indígena) e incluso se llegó a difundir en el imaginario la idea de que lo cholo era una categoría cuya “autenticidad histórica” estaba extinta.

Asimismo, se llegaron a sostener visiones tan paternalistas como atroces en las que, teóricamente, se defendía al indígena por su supuesta condición de “salvaje nato”. Y es que claro, convenientemente olvidaron su rol en la recién fundada República para evitar que se fuese a pique, olvidaron que la carga para mantener a flote la República, prácticamente desde su fundación, había recaído sobre el indígena con los arbitrarios impuestos que se imponían y quitaban y volvían a aplicar a gusto y criterio del gobernante de turno, eso sin contar, por ejemplo, con las expropiaciones de territorio o el trabajo no remunerado a través del pongueaje que permaneció igual o peor que en tiempos de la Colonia..

Recapitulemos brevemente los acontecimientos y el contradictorio discurso imperante: crecimiento y mantenimiento de la República a costa del indígena, ligando a este, en el imaginario a un supuesto retroceso; lo cholo ligado inextricablemente a lo indígena y ambos concebidos como una categoría teóricamente nefasta para el país. En caso de que nada funcionara del todo para implantar imaginarios, entonces se dirá que “ya no existen cholas auténticas". Sea como fuere, la idea era controlar el poder adquisitivo de aquellos cuyos derechos habían sido desde siempre vulnerados (y hablo de Bolivia, desde su fundación) y evitar con ello, a su vez, su acceso al poder como sujetos políticos. Y es que como es ya lamentablemente conocido, en muchos casos, son los intereses los que mandan.

Larson denominó aquel hábil y artero discurso como “antimestizaje”, pues su objetivo era “controlar el ascenso cholo y contener a los indios en las haciendas” (Cárdenas et. al., 2015) para mantener la posición privilegiada de la élite dominante. Desde allí se construyeron románticos discursos de nación, pero siempre bajo la tutela de esa élite fungiendo como aglutinadores y supuestos realizadores de ese “sentimiento nacional”, siempre, en torno a sí mismos.

La élite política comenzó a sentirse amenazada
por un estamento cholo urbano que iba ocupando
sitiales económicos de gran importancia.
En este marco, se elaboró un discurso que presentaba
a lo cholo como un retroceso e incluso se difundió en el 
imaginario la idea de que lo cholo era una categoría cuya 
“autenticidad histórica” estaba extinta".
Larson denominó aquel discurso como “antimestizaje".


A través de estos mecanismos, se logró una especie de 
“estabilización de castas”, manteniendo a indios y cholos
en la parte inferior de la pirámide. Desde entonces, 
el imaginario ligó inextricablemente lo cholo a lo indígena 
y a ambos a ideas de un supuesto retroceso inminente.

Todo ello contribuyó, indican los autores, a reemplazar en el imaginario el sustantivo cholo por el adjetivo, uno que representaba todo aquello que supuestamente impedía el progreso. A través de estos mecanismos, se logró una especie de “estabilización de castas”, manteniendo a indios y cholos en la parte inferior de la pirámide social.  Desde entonces, el imaginario ligó inextricablemente lo cholo a lo indígena y a ambos se los relacionó a ideas de un supuesto e inminente “retroceso”.  

Sin embargo, la historiadora Sayuri Loza indica que hoy se vive una revalorización en torno al traje que viste la chola, pues inclusive entre personas de clase alta existe hoy interés por vestir como aquella.  Sucede actualmente, como también pasó en los años veinte, indica Loza, pues en aquel entonces no había mujer de clase alta que no buscara posar en sesiones de fotografía con el traje de la chola o ser así retratada por el pintor Cecilio Guzmán de Rojas, explica.

Las nuevas tendencias.

Hoy, en medio de esa revalorización surgen distintas propuestas que interpretan y reinterpretan la vestimenta de la chola.  Están por ejemplo desfiles de modas que, centrados especialmente en la vestimenta de la chola paceña, son ya clásicos en nuestra ciudad.  Eventos de esta índole han sido organizados en varias oportunidades por el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz y, este año, la el desfile llegó incluso a la Fexpocruz, deleitando a visitantes de todo el país en tierras cruceñas.  Entre estos eventos, destaca el “Desfile de la vestimenta de la chola paceña Remedios Loza”, donde la mujer de pollera y su vestimenta son, a todas luces, los protagonistas.


1. Desfile de la Vestimenta de la Chola Paceña “Remedios Loza” 2. Afiche oficial del evento.
Fotografía: Página La Paz Culturas


Otro ejemplo, es la propuesta de la diseñadora de modas Viviana Sanjinés, quien a través de su proyecto denominado “La Condesa Andina”, presenta colecciones inspiradas en la chola paceña pero con un toque diferente: con un estilo gótico/victoriano.  Sus  colecciones,  reinterpretan la vestimenta de la chola paceña de antaño y fueron llevadas a las pasarelas, difundidas en la prensa e inclusive han logrado interés por parte de proyectos internacionales para su exportación, algo que la diseñadora planea atender, mas no sin antes “conquistar nuestras propias tierras”, según señala.

Sanjinés apuesta por dar nueva vida a los tejidos andinos hechos a mano al implementarlos en prendas de estilo gótico, sobre todo, en corsetería.  El interés de la diseñadora radica en la recuperación de estos tejidos, puesto que son completamente artesanales y acuden a técnicas ancestrales para su elaboración.  Estos tejidos son “preservadores de historias”, indica Sanjinés, por lo que apuesta, a través de sus colecciones, a ser un vehículo más esta preservación.  Así, su propuesta busca recuperar textiles andinos hechos a mano que, según explica, cada día se elaboran y consumen menos. 

Sanjinés contactó a artesanos de las comunidades y al Ministerio de Desarrollo para echar a andar su proyecto y, además, planea en un futuro aprender a elaborar ella misma estos tejidos con base en las técnicas tradicionales.

La diseñadora Viviana Sanjinés, en su atelier de Obrajes mostrando uno de sus diseños.
Fotografía: Diario “El Alteño”

Diseños de Viviana Sanjinés para el proyecto “La Condesa Andina”.
Fotografías: Iván Suárez Leaño/ China Martínez

Por otro lado, llega la también la vanguardista propuesta audiovisual de Víctor Terceros, un cortometraje titulado simplemente “Chola”.  El material aborda el tema de la discriminación, presentando como protagonista a un varón que lleva una pollera fucsia con transparencias y tules, el torso desnudo y zapatillas deportivas.



Fotografías promocionales del cortometraje “Chola” de Víctor Terceros.


La crítica social.


Para hacer un acercamiento crítico hacia las nuevas tendencias que han puesto a la chola “de moda” se hace necesario abordar el aporte y la mirada de una mujer que usa la pollera a diario y que vive en su día a día lo que significa ser chola.  “Ahora todo lo que haga una chola es noticia”, indica Yolanda Mamani en su canal de YouTube “Chola Bocona”.  Mamani, es una mujer de pollera, estudiante de la carrera de Sociología, conferencista y es, además, youtuber, bloguera, analista y activista, entre otros.  Ella sostiene que “ser chola es una forma de vida, es lucha y pensamiento”.  Su crítica se centra en que muchas expresiones y tendencias en boga se quedan con lo superficial, en las formas, “como si fuéramos solo ropa sin pensamiento”, cuestiona.


“Ahora todo lo que haga una chola es noticia. [...] Ser chola es una forma de vida, es lucha y pensamiento”. Yolanda Mamani.  Su crítica se centra en que muchas expresiones y tendencias en boga se quedan con lo superficial, en las formas, “como si fuéramos solo ropa sin pensamiento”. Mamani.

 

Mamani expone cierta disconformidad con respecto a las nuevas tendencias que, desde la cultura pop, se centran en la figura de la chola solamente de manera superficial, olvidando, dejando de lado, su realidad.  A su vez, considera que, por otro lado, dichas tendencias son un intento válido de compensar los años de segregación que ha sufrido la mujer de pollera, intento que sin embargo muchas veces se queda con las formas y no van al fondo.

Además del mencionado canal de YouTube, Mamani maneja también el blog denominado “Ser chola está de moda”, donde analiza el rol de la chola en la política, sociedad, en la cultura, el imaginario popular, etc.  Este blog se caracteriza por enarbolar el pensamiento crítico y el librepensamiento.  Tanto en su blog como en su canal de YouTube, Mamani aborda también el fenómeno según el cual la imagen y figura de la chola se ha hecho tendencia, sentando su protagonismo en varios campos, en los que, sin embargo, poco acercamiento honesto ha habido hacia su cotidianidad y realidad concreta.

Captura del video “Chola como objeto comercializable” del canal de Yolanda Mamani
denominado “Chola Bocona”.

Según Mamani, la imagen de la chola parece hacerse importante en varios ámbitos pero, por otro lado, parece ser tratada a su vez solo como un elemento ornamental que reviste y maquilla el aspecto de entidades públicas, eventos, programas de televisión, marcas, etc., de supuesta inclusión. 

En referencia a reuniones temáticas como el “Electropreste” o la “Fiesta del Aguayo”, Mamani indica que son pocas las cholas que asisten a tales eventos, o que si están allí, es solo para recibir a los invitados, pero nadie comparte e interactúa con ellas más que para la selfie de rigor, esa que se toma como en vistas de “probar” al mundo lo inclusiva que es esa persona.  Dichos eventos se promocionan como agentes que llaman al cambio social y la reivindicación de la mujer de pollera, sin embargo, aquella que la usa todos los días es todavía excluida, señala.

En este sentido, Mamani hace una reflexión: no es necesario acudir a estos llamados encuentros culturales como si las distancias en el día a día fuesen abismales.  Indica que todos podemos acercarnos a la realidad de la chola o de cualquier expresión y manifestación indígena en cualquier momento del día sin necesidad de pagar grandes sumas de dinero a la entrada, ni de hacerlo en un día y horario específico.


No es necesario acudir a estos llamados encuentros culturales como si las distancias en el día a día fuesen abismales. Todos podemos acercarnos a la realidad de la chola o de cualquier expresión indígena en cualquier momento del día sin necesidad de pagar grandes sumas de dinero por ello, señala Mamani.


Asimismo, Mamani señala el hecho de que usar un aguayo hoy en día es visto como algo my cool, según sus palabras, y ella misma no cuestiona el hecho de usarlo, lo que cuestiona es que cuando una mujer usa la pollera todos los días, todavía es objeto de discriminación.  De esta manera, Mamani hace un llamado a la reflexión, instando a que, cuando las personas gusten de llevar una determinada prenda de aguayo para una ocasión especial, la acción no quede solamente en lo superficial, sino que se compenetren también con aquella persona que lo lleva con orgullo todos los días. 

Su cuestionamiento, además, se enfoca en quienes usan la pollera solo como un gancho para acceder a espacios púbicos y de poder, para ser presentadoras de televisión, modelos, recepcionistas en instituciones públicas y privadas, en bancos, etc., Es decir, en general, no cuestiona el uso en sí, sino, en sus palabras, “ese oportunismo”, los móviles instrumentalistas y deshonestos que a veces se esconden detrás ese uso.

 

Miradas diversas, miradas que confluyen...

Las diversas miradas aquí reflejadas fueron recogidas en tiempos y lugares distintos, ni siquiera fue un foro debate común donde las tres mujeres hoy protagonistas de este reportaje cruzaron ideas.  Sin embargo, es harto relevante y sugerente el hecho de que a pesar de provenir de entornos, estilos de vida y profesiones tan diversas, existe tanto en común entre esas miradas diversas que aquí convergen

·        Las nuevas propuestas que se hacen desde distintas perspectivas para revalorizar la pollera y/o los tejidos andinos son totalmente válidas y plausibles para Sanjinés.  Por su parte, Sayuri Loza también valora tanto la propuesta de La Condesa Andina (Sanjinés) como el trabajo audiovisual de Víctor Terceros. Indica asimismo que es maravilloso ver cómo el arte, con estilo propio, se está inspirando en el traje de la chola.   Asimismo, explica que es habitual que manifestaciones de arte tomen su inspiración en lo popular y que, independientemente de que su estética guste o no, son proyectos válidos, puesto que el arte no necesariamente refleja la realidad, sino que es más bien una interpretación, reinterpretación y deconstrucción de la realidad.  El arte por tanto, no puede censurarse, aclara. 

Así salen a la palestra, de esta manera, los primeros puntos en común en la visión de tres mujeres: la de Sanjinés, como diseñadora con inquietudes artísticas y culturales, la de Loza, como historiadora, artesana y diseñadora de modas con inquietudes tanto sociales como artísticas y la de una mujer de pollera, activista y pensadora con inquietudes políticas y sociales. 

·        En este sentido, en cuanto a propuestas creativas y de arte, Loza elogia también la propuesta de Eliana Paco, quien en un desfile de modas presentó el traje de la chola readecuado con zapatos de tacón alto.  Explicó además cómo la presentación de Paco fue duramente criticada, puesto que en el imaginario se ha creado la idea de que la chola supuestamente no usa zapatos de tacón o que no usa polleras de determinada manera, cierto tipo de blusas, etc. Allí es donde, según Loza, radica el problema, pues se pretende domesticar la imagen de la chola y subyugarla a ese imaginario. “Las personas a veces crean en su mente una imagen tan unívoca que ya no pueden reinterpretarla”, comenta. “Si a lo largo de la historia, la chola se reinterpretó a sí misma muchas veces, ¿por qué tendría alguien que decir cómo tiene o no que ser una chola para ser chola?”, cuestiona.  Lo que hay que tomar en cuenta, indica Loza, es que la chola se ha convertido en un ícono y “un ícono no pertenece a nadie” en particular.  

En este mismo sentido, Mamani cuestiona que hoy, a esa chola rebelde, contestataria y luchadora, se la ha pretendido cambiar por aquello que a la gente le gustaría que fuera, se la ha pretendido “domesticar”, señala, en concordancia con la historiadora y diseñadora Sayuri Loza, quien enfatiza en que nadie puede enseñorearse sobre el ícono cultural en que se ha convertido la chola y dictar cómo se lo va a interpretar o concebir.   

Por su parte, Sanjinés subraya que tanto su propuesta como la del audiovisual de Terceros, abogan por que “seamos quienes queramos ser”. “La sociedad tiende a criticar lo que no es convencional, pero ¿por qué no podemos vestirnos como queremos vestirnos, si queremos usar botas o zapatillas deportivas con una pollera, por qué debería ser eso motivo de rechazo?”, cuestiona.





Claramente otro punto más que demuestra cómo tres mujeres con trasfondos completamente distintos pueden tener tanto en común, y aportar no solo en sus respectivas áreas de pericia, sino también aportar y alumbrar el camino por el que podemos escucharnos, comprendernos y hermanarnos.


“Si a lo largo de la historia, la chola se reinterpretó
muchas veces, ¿por qué tendría alguien que decir
cómo tiene o no que ser una chola para ser chola?”.
Loza.

·        Mamani también hace referencia a los desfiles de moda de la chola paceña e indica que valdrían la pena siempre y cuando promocionaran ropa confeccionada por verdaderos artesanos y si las telas usadas en la confección provinieran de nuestros productores, pero que, en contraparte, tienden a usar materiales de importación china, dejando en claro, en este punto, la misma preocupación que Loza y Sanjinés manifiestan, quienes coinciden en señalar que los textiles chinos y aguayos sintéticos –que no poseen el mismo valor– estarían reemplazando a los tejidos artesanales andinos, por lo que es menester rescatarlos e incentivar dicha producción, de tal manera que sus técnicas tradicionales no caigan en el olvido.   Una vez más miradas distintas que confluyen…

·   Si bien, la chola nació con una identidad mestiza; en la  actualidad se la ha identificado únicamente con lo indígena, explica Loza.  En este sentido, se ha creado un estereotipo acerca de cómo debe ser, vestir, comportarse, como supuestamente “debe ser” en cuanto a sus usos y costumbres.  La idea de “la chola original”, señala, ignora que aquel concepto es en realidad un mito y un sesgo surgido del desconocimiento de  la dinamicidad del traje de la chola y sus variaciones a lo largo de la historia.  “La moda funciona reinventándose, transformándose y si tú evitas que se transforme, no se reinventa y va a morir”, indica Loza.

Comulgando con Loza, la diseñadora Viviana Sanjinés indica que “lo que no evoluciona, desaparece”.   Otro punto más en común, y en el que ambas diseñadoras coinciden.

·     Otro punto más en armonía entre ellas es su apreciación en cuanto al hecho, observado por ambas, de que las hijas de personas que antaño usaban la pollera la están llevando cada vez menos tal como solían hacerlo sus antepasados; aquello, a percepción tanto de Sanjinés como de Loza, es una tendencia que parece continuar  y repetirse a lo largo de los años.  Hoy, son cada vez más los hijos de personas que viven en el área rural, que migran a las ciudades y adoptan formas de vida y de vestir diferentes, indica Sanjinés. 

·    Por otro lado, tanto Loza como Sanjinés y Mamani, las tres reconocen también el interés renovado en torno a la figura de la chola, por lo cual, el arte y la cultura pop han comenzado a inspirarse en ella. “Antes se despreciaba la vestimenta de la chola. Ahora los jailones pagan por vestir así”, señala Loza; lo que en palabras de Mamani vendría a ser el ya conocido slogan de su blog “ser chola está de moda”.

 

Al respecto, Loza recuerda que su madre, la comadre Remedios fue una mujer que otorgaba mucha importancia a la vestimenta, llevándola siempre pulcra, elegante y muy bien combinada, porque con ella debía representar al pueblo. “Era una chola fashion” sostiene, e indica que marcó época no solo en la política sino que también creó tendencia en cuanto a la moda de la chola al introducir bolsos de cuero en su atuendo, los mismos que incluso eran  diseñados por Channel o Gucci. Otra personalidad que también marcó tendencia en cuanto a la moda de la chola, fue la Bella Matilde, cuya relevancia fue tal, que tuvo sus amores con dos presidentes de la República, explica.

Sin embargo, señala Loza, así como existen grandes y muy admirables mujeres de pollera, también las hay quienes demuestran acciones lamentables, que cometen, por ejemplo, actos de corrupción, que estafan, etc.  Es allí cuando a veces se usa imagen de la mujer de pollera para justificar actos injustificables, de tal manera que se hace imposible cuestionar cualquier acto reprobable porque viene envuelto entre ropajes de inclusión a partir de la instrumentalización e idealización de la imagen del indígena o de la chola con fines mezquinos.  Se instrumentaliza la imagen de la chola a partir del ícono en que se ha convertido, señala.

  • En este sentido, la historiadora aclara que tanto el hecho de romantizar e idealizar la imagen de la chola por el solo hecho de llevar una pollera, así como el hecho de menospreciarla por la misma razón, ambas constituyen formas diferentes de discriminación; algo en lo que coincide también con Mamani, quien cataloga el hecho como “racismo amable”.
En torno a este punto, Mamani hace alusión a un programa de talentos de canto en donde una mujer de pollera participó: “estaba cantando totalmente desafinada, pero la aplaudían y la hicieron pasar al grupo de ganadores porque era chola” relata. “La gente entiende que para no parecer discriminadora hay que ser paternalista con las cholas y por ello no las reprueban fácilmente en ese tipo de situaciones públicas y mediáticas.”. Al final, indica Mamani, aquello “muestra como los presentadores y jurados tenían una actitud paternalista que era a la vez un racismo amable”; pues era claro que “ellos tenían un conflicto con respecto a cómo relacionarse con la chola, pero la chola no tenía ningún problema en relacionarse con ellos”.

 

Tanto el hecho de romantizar e idealizar la imagen 
de la chola por el solo hecho de llevar una pollera, 
así como el hecho de menospreciarla por la misma razón, 
ambas constituyen formas diferentes de discriminación, 
indica Loza.


“Estaba cantando totalmente desafinada, pero la aplaudían
y la hicieron pasar al grupo de ganadores porque era chola. 
 La gente entiende que para no parecer discriminadora 
hay que ser paternalista con las cholas y por ello 
no las reprueban fácilmente en ese tipo de situaciones 
públicas y mediáticas. Claro que esto no pasa con todas 
 las cholas, pero muestra como los presentadores y jurados 
tenían una actitud paternalista que era a la vez 
un racismo amable.   Ellos tenían el conflicto respecto
a cómo relacionarse con la chola, pero la chola 
no tenía ningún problema en relacionarse con ellos.” 
Mamani.

·        En correlación con lo anterior, Loza indica que la imagen de la chola, como ícono, ha calado en el imaginario junto con ciertos sesgos, asociándola únicamente a lo indígena y a la pobreza, por lo que esa misma imagen ha sido también utilizada en discursos cuyo único fin es acceder al poder, es decir, donde el discurso de reivindicación (que es legítimo), en esos casos, no es real.  Es el caso de varios partidos políticos, señala, cuando  instrumentalizan la imagen de la chola para obtener réditos y curules al teñir su discurso de aparente inclusión o reivindicación coincidiendo plenamente en ello con Mamani si recordamos su cuestionamiento acerca del uso e instrumentalización de la pollera como un gancho para acceder a espacios púbicos y de poder.

·        Loza a su vez considera que si bien ciertas expresiones de la cultura pop popularizan la imagen de la chola, poco se preocupan por acercarse a su realidad. “Amas a la chola, pero no te casas con ella”, subraya.  Lo mismo que Mamani, quien, recordemos, cuestiona aquellos eventos se promocionan como “encuentros culturales y de integración”, como agentes del cambio social, la inclusión, revalorización y reivindicación; sin embargo, en dichos eventos la mujer de pollera está allí presente solamente como servidumbre o, en sus palabras, como “objeto de adorno”, pero nadie comparte en realidad con ella. Entretanto, la mujer que lleva la pollera a diario, en la cotidianidad, todavía es excluida y discriminada. 

Aquel vínculo, señala Loza, se tiene que fortalecer para que dichas expresiones no caigan en la forma solamente, dejando de lado el fondo, como indican ambas mujeres.


“Amas a la chola, pero no te casas con ella”
Loza.


Aquellos eventos se promocionan como “encuentros
culturales y de integración”, como agentes de cambio social, 
inclusión, revalorización y reivindicación; sin embargo, 
en tales eventos la mujer de pollera está allí solamente 
“como objeto de adorno”, pero nadie comparte en realidad con ella.
Mientras, la mujer que lleva la pollera en la cotidianidad 
todavía es excluida y discriminada, indica Mamani.


Las pretensiones del imaginario popular de tratar de encasillar a las personas en lo que ciertos sesgos parecen dictar las ha sufrido Loza en carne propia, en ocasiones en las que, solo por ser la hija de Remedios Loza y Carlos Palenque, muchas personas esperaban que automáticamente “debería” vestir u opinar de una determinada manera o quizá, incluso, adscribirse mecánicamente y por inercia a una ideología determinada. 

Así, por ejemplo, relata que en el colegio constantemente le decían “no te quieres adaptar, sigues hablando con tus palabras en aymara, sigues viviendo en El Tejar, ven a vivir aquí, al centro o sur de la ciudad”. Mientras, del otro frente estaban indianistas que “no soportaban que yo esté feliz de ir a Europa, que me guste el flamenco, que no me guste la Morenada, o que quiera hablar japonés”.  Sin embargo, ella expresa no tener deseo alguno de adaptarse a ninguno a los dos bandos ni complacer a nadie.  “Me gusta mi estilo, me gusta creer en la Pachamama, tener mis konopas (figuras ceremoniales labradas en barro o piedra que representan deidades andinas).  Además, creo en la reivindicación indígena, me parece terrible lo que le ha hecho la República al mundo indígena, mucho más que la Colonia”, señala.[*]  

Indica además que le gusta la wiphala mucho más que la tricolor y que solo por eso ha tenido que soportar prejuicios y etiquetas como “resentida” o “indianista radical/extremista”, siendo que desde el propio indianismo también la han prejuzgado por supuestamente olvidar sus raíces, mientras en el primer “bando”, la señalan cuestionan por no querer “progresar” y de una vez olvidarlas. 
Lo anterior parece ser una muestra clara de la polarización insana (y plagada de sesgos y prejuicios además) en la sociedad en que vivimos inmersos, a pesar de que, como ya vimos en este pequeño reportaje, como sociedad boliviana (independientemente de cómo se perciba cada uno y su trasfondo cultural, ideológico, etc.), tenemos tanto en común que bien haríamos en explotar y exprimir para reconstruirnos, para tender puentes, escucharnos y avanzar.

A manera de conclusión...

El asunto no está en el discurso, no en las formas, sino en el fondo, señala Loza; en ese acercamiento necesario en lugar de concentrarse en descalificar al otro. “En la mezcla está la riqueza, en mezclar moda, comida, música, en cohabitar, en el reconocimiento de todos como mestizos, pues todos tomamos Coca-Cola usamos jeans y smarthphones”, indica. Sin embargo, señala la historiadora, aunque quizá no se vean resultados a corto plazo, estamos llamados a actuar, a hacer lo correcto para construir ese sentimiento común.

Al principio, señala Loza, las nuevas tendencias de revalorización de la imagen de la chola posiblemente comiencen solo por marketing, sin embargo, rescata también la idea de que algo de esos intentos va a calar en las futuras generaciones y eso es lo importante según ella. “Se debe rescatar lo que hay en común, encontrar y sostener vínculos desde el pueblo” indica, aquellos que los discursos políticos, desde el poder, pretenden destruir con manipulaciones creadas a conveniencia.

Para construir, es necesario que todos reconozcan y valoren la simbiosis de elementos raciales y culturales que acercan a las personas mucho más de lo que se imaginan, reflexiona... 

...Y el presente reportaje, con las opiniones en tanta armonía y convergencia desde tan diversos ámbitos, parece ser una pequeña muestra más de ello.

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Para construir, es necesario que todos 
reconozcan y valoren la simbiosis de elementos
raciales y culturales que acercan a las personas 
mucho más de lo que se imaginan.
Loza
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Referencias documentales:

Entrevistas:
  • Sayuri Loza (10/2020; 05/2022)
  • Viviana Sanjinés (09/2020)


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[*] Aquí, me atrevo a pensar, bien podría hacer alusión a que la independencia no trajo mejores días, condiciones, ni derechos para la población indígena, es más, fueron sometidos aun siendo parte de la propia República que, en teoría, habría de ser sinónimo de nuevos valores como “justicia, libertad, igualdad y propiedad” entre otros; pero, ¿justicia selectiva?, ¿es eso “igualdad”?, ¿libertad para quién?, ¿derecho a la propiedad mientras la República les arrebataba y expropiaba sus tierras?


jueves, 22 de septiembre de 2022

La batalla por nuestras mentes...


1. A manera de Introducción

Maxwell Mc Combs, en su libro "Estableciendo la Agenda: El impacto de los Medios en la opinión pública y en el conocimiento" explica entre otras cosas un término ya introducido por Walter Lippmann en torno a la formación de la opinión pública, el concepto del “pseudoentorno”(2004:55), y establece allí una clara diferenciación con respecto al entorno social real.  Es decir, aquel término correspondería, en una síntesis somera, a una visión del mundo que existe en la mente e imaginario de las personas, una visión incompleta e inexacta de la realidad, un reflejo de ella, en el cual intervienen activamente los medios de difusión masiva, pero no la realidad en sí misma.

Esto recuerda lo postulado, entre otros varios comunicadores, por la periodista Victoria Prego (2018: 20,21) quien en su artículo “La era de la Posverdad, realidad vs percepción”, de la “Revista Uno”, plantea que en redes sociales existe algo que denomina “Burbujas Informativas” que vendrían a ser, de acuerdo a su explicación, una especie de “pseudoentornos” que se crean en la virtualidad, generados con base en algoritmos específicamente diseñados por dichas RR.SS. para capturar y analizar comportamientos de los usuarios en dichas redes de acuerdo a los contenidos que se le ofrece, de tal forma que sea posible detectar y categorizar sus gustos, intereses, ideas, etc., para rodearlos únicamente por aquel contenido que le agrada y que refuerza su visión del mundo, lo que, a fin de cuentas, acaba encerrándolos en una burbuja de confort donde la confrontación de ideas y el pensamiento crítico, simplemente, no tienen cabida. Esto, por supuesto, ha sido diseñado como una herramienta para la segmentación de públicos, herramienta destinad a que el usuario reciba cierto tipo de publicidad o propaganda; sin embargo, indica Prego, ha terminado coadyuvando en la creación y reproducción de sesgos cognitivos que hacen creer a los usuarios que solamente existe aquella información que refuerza su propia visión y creencias, o que quizá es la única veraz o lo único que realmente existe.

Pero los sesgos cognitivos no son un fenómeno ni de lejos privativo de las RR. SS., ya Lippmann los veía como parte de esa visión sesgada que potencialmente existe dentro de esos entornos, realidades o contextos limitados que, como seres humanos, podemos captar para formarnos una opinión. Volviendo a Mc Combs, el autor indica que el comportamiento humano es, al final, es una respuesta al pseudoentorno y no al entorno real.

2. Opinión Pública y Posverdad

Es ya conocido el salto cualitativo y cuantitativo al que como humanidad hemos llegado en la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento, sin embargo, desde sus inicios, siempre existieron posiciones encontradas al respecto. Unas, apuestan por la idea de democratización de la información y de progreso intelectual, alejándonos de la sociedad meramente consumista, tal como lo planteara, por ejemplo, el sociólogo japonés Yoneji Masuda (1984; citado en Oliva, 2014:2), quien define a la Sociedad de la Información como “una sociedad post-industrial que crece y se desarrolla alrededor de la información, y que aporta un florecimiento general de la creatividad intelectual humana, en lugar de un aumento del consumo material”. Sin embargo, López García (1999; citado en Oliva, 2014:2) sostiene que a pesar de que “las tecnologías actuales han abierto nuevas ventanas para favorecer el flujo informativo, […] no han conseguido poner fin a los desequilibrios”, y que además, “se ha avanzado poco en el camino de garantizar la calidad de la información”.

Con relación a las oportunidades que ofrecen las RR. SS., el periodista Carlos Oliva (2014:19, 21) destaca los beneficios de la llamada personalización de contenidos, a la que considera una poderosa herramienta para las compañías de marketing y publicidad (las burbujas informativas a las que Prego hacía referencia) al permitirles segmentar públicos para el desarrollo de estrategias orientadas a productos y servicios hacia determinados usuarios, de manera selectiva. Sin embargo, aquí entra el doble filo ya explicado con anterioridad.

Volviendo al concepto de las "Burbujas informativas", según indica Prego, los usuarios se “impermeabilizan” ante la información que pudiera hacerles cuestionar su propia visión del mundo, lo cual constituye, en su opinión, un caldo de cultivo para las noticias falsas, pues los usuarios se acostumbran a recibir únicamente contenidos complacientes, llegando en este caso a aceptar también solamente información complaciente, aquella que repite sus ideas, las refuerza y que no reta a sus prejuicios, ni desencadena la molesta disonancia cognitiva. Entonces, explica, se conforman círculos de usuarios con ideas similares, a partir de los cuales, las noticias falsas se difunden, alimentan y proliferan sin oposición alguna. (Prego et. al, 2018: 20,21)

Es en un contexto como ese en que se alimenta y fortalece la posverdad. Pero, ¿cómo se entiende dicho término? El Diccionario de Oxford define la posverdad como “[…] la circunstancia en que los hechos objetivos tienen menos influencia en formar la opinión pública que las apelaciones a la emoción y las creencias personales" (Lozano, 2018).

Andrés Montero (2018), en su artículo titulado "Ni ´fake´ni ´news´, sino Posverdad", explica que “El mejor [o peor] caso de uso de la Posverdad [consiste en] la distorsión de la realidad para crear una versión que alimente las pulsiones emocionales de un determinado grupo poblacional, para que ese colectivo tome decisiones (emocionales) sobre realidades (tergiversadas) que conduzcan a la sociedad en una determinada dirección (interesada).”

Con la Posverdad lo que importa son las creencias, cosa que pone en gran relieve la opinión; así lo indica la Fundación Antama en el artículo “Fake News en ciencia, una realidad que ha existido siempre”. “Si lees un medio que confirma tus prejuicios lo vas a leer más. Ahí se apoyan las Fake News, que son noticias falsas diseminadas a propósito. Otra cosa es la Posverdad, donde lo que importa es lo que tú sientes de una afirmación determinada, incluso aunque no sea verdad.” (Fundación Antama, 2018)

Por tanto, se puede entender a la posverdad como un mecanismo basado en el uso interesado y direccionado de noticias falsas, para la manipular a través de la emocionalidad y las creencias de las personas con un determinado fin.

La posverdad, sin embargo, existe desde mucho antes de la aparición de las RR. SS., y hoy se las utiliza como una herramienta más para su difusión. Pero las TIC también son usadas por lo que algunos estudiosos llaman, en su acepción más general, la "Guerra Cognitiva", un estado en que la batalla ya no se enfoca en la anexión de territorios, sino en la captación de la mente. Esa guerra donde el campo de batalla son nuestras propias mentes, se producen en pos del dominio de las conductas y opiniones de las personas, es decir, de su adscripción ideológica. Vemos entonces la relevancia que el potenciamiento y amplificación del alcance de cualquier información difundida a través de las RR. SS. puede tener para tal estrategia.

Si la sociedad y los individuos que la componen ignoran los mecanismos mediante los cuales la posverdad permea diversos ámbitos y se amplifica, difícilmente comprenderán cómo no ser afectados por ella.

La Guerra Cognitiva no solo constituye un concepto académico genérico, sino que se vio el concepto ligado a proyectos de investigación reales, aunque decirlo pueda sonar quizá a distopía. Uno de estos ejemplos constituye el estudio denominado “Guerra Cognitiva. Centro de innovación”, supuestamente financiado por la OTAN, según indican sitios web como rebelión.org y tercerainformacion.es, entre otros. Este estudio habría sido instruido como parte del proyecto Innovación para la Excelencia en Defensa y Seguridad (IDEaS, por sus siglas en inglés). Los datos, fueron investigado y sacados a la luz por el periodista independiente Benjamin Norton.

Me permito citar textualmente tres párrafos de dicho estudio que considero relevantes y reveladores:


“La guerra cognitiva es una guerra ideológica que busca erosionar la confianza sobre la que ha sido construida la sociedad… La desinformación se aprovecha de las vulnerabilidades cognitivas de sus objetivos, especialmente las ansiedades o creencias que predisponen a sus objetivos a considerar como verdadera toda clase de información falsa.”

“La guerra cognitiva explota las vulnerabilidades innatas por medio de las cuales la mente humana procesa la información, aunque nada de esto es nuevo. Sin embargo, debido a la velocidad e impacto que tiene actualmente tanto la tecnología como la información, se ha hecho imposible que la mente humana sea capaz de procesar tales cantidades de datos.”

“La diferencia entre la guerra y la propaganda radica antes que nada en que todo el mundo participa en esta última (muchas veces de forma inadvertida) mediante la creación de información y conocimiento que ha alcanzado cuotas sin precedentes. Se trata de un cambio sutil pero significativo. Anteriormente, los individuos estaban sometidos pasivamente a la propaganda, ahora contribuyen activamente a su promoción.” (Savin, 2021)

Volveremos a estos puntos más adelante.

 

3. La Posverdad en el contexto Posmoderno

El tema de la posverdad, desde el contexto posmoderno, permite indagar en torno a la noción que tiene la sociedad actual con respecto al concepto del término “verdad”.

Aclaración necesaria: no se habla aquí de la verdad en un sentido ontológico o existencial, sino del apego riguroso a los hechos concretos, aún si la objetividad ideal (me refiero con "ideal" a su acepción como modelo o prototipo de perfección, no a la corriente filosófica), desde que somos seres humanos con ciertas limitaciones físicas, no sea del todo posible.  Entonces, se  habla de la objetividad, no como si ese ideal perfecto fuese plena e indiscutiblemente posible en la palma de la mano, mucho menos aún si hablamos del plano social, (las matemáticas son simples, decía Sabato, porque el error se hace evidente fácilmente; pero en el ámbito los criterios son mucho más complejos, lo que hace que, en sus palabras "cualquier tonto se cree en condiciones de discutir sobre política y arte -y en verdad lo hace- mientras que mira la matemática desde una respetuosa distancia"[1]), se habla de ella, y del método que a ella conduce, como el faro que a guía y nos muestra el camino.

La sociedad posmoderna, como sostienen varios autores citados más adelante, ha perdido la noción del concepto de verdad, de objetividad o se ha deshecho de ella voluntariamente como si de un concepto maligno u opresor se tratara. Traspasada y convencida por la idea de que la verdad ideológica, religiosa y cultural ha sido monopolizada por occidente desde la modernidad, los postulados de corrientes posmodernas, lejos de hacer una crítica razonable y hasta necesaria, han caído en satanizar automáticamente todo lo que tiene con ver con occidente, entre estos elementos están los viejos sistemas políticos, la razón, la ciencia, etc., visiones típicas de la modernidad y/o la Ilustración solo por el hecho de ser, en teoría, eurocentristas. Ahora lo occidental parece sinónimo de "diabólico", si nos permitimos la licencia, y digo "licencia" porque claramente también desprecia las religiones occidentales. Irónicamente, la corriente posmoderna parte también del contexto francés europeo.

Es así que en un contexto donde el concepto de verdad, entendido como acercamiento a la realidad objetiva y material, se sataniza para ser reemplazado por un concepto de pluralidad de opiniones, lo cual es rescatable si hablamos justamente de eso, de opiniones y no de hechos; dicha idea llega muchas a veces a degenerar en equiparar doxa y episteme, como si fueran la misma cosa, lo cual parece, más bien, deplorable; pues, si el conocimiento vale lo mismo que la opinión, sea esta desinformada o no, estamos en un problema evidente; si todas las opiniones son igualmente válidas, aún si carecieran de sustento, todo envuelto en un supuesto "espíritu" de tolerancia, entonces el concepto de verdad paree totalmente inútil, tiende a diluirse y desaparecer. No sirve más. Y ese es parte del caos y nihilismo de la sociedad posmoderna actual, así como también su paradoja. Empezó exaltando la razón y su poder casi omnipotente de dominio de todo, y hoy, en la posmodernidad, no solo no es una crítica a la razón instrumentalista exacerbada de la modernidad, como creen los posmodernos, sino que termina embebida en la satanización de toda razón per se llegando a manifestarse como consolidación de esa modernidad pero en su aspecto más decadente.

En este entendido, el biólogo francés François Jacob expresa lo que sucede de manera muy acertada:

“El siglo XVII tuvo la sabiduría de considerar la razón como una herramienta necesaria para tratar los asuntos humanos. El Siglo de las Luces y el siglo XIX tuvieron la locura de pensar que no sólo era necesaria, sino suficiente, para resolver todos los problemas. En la actualidad, todavía sería una mayor demostración de locura decidir, como quieren algunos, que con el pretexto de que la razón no es suficiente, tampoco es necesaria”. (Jacob, 2006)

En este sentido, a pesar de presentarse el posmodernismo como negación de los desatinos de la modernidad, al parecer, según Montecinos, no sería sino la reafirmación de lo negativo de la misma y la manifestación de una nueva crisis de las certidumbres que la religión, las ideologías decimonónicas o la ciencia positiva una vez proporcionaron.

Por otro lado, la llamada "Era de la Información" enfrenta aún otro problema, la sobreinformación que se asienta sobre el boom de las TIC. Esta situación, donde al parecer ya no se valoran los criterios de verdad que orientan a los usuarios sobre los contenidos que consumen y su veracidad, se manifiesta en un fenómeno que teóricos de las nuevas tecnologías como Alfonse Cornella han denominado “Infoxicación”, entendiendo dicho término como el exceso de información desorganizada, constante y abundante, aquella difícilmente clasificable, comprobable, creíble etc., y que, lejos de informar termina desorientando aun más al individuo que no ha desarrollado la capacidad crítica para jerarquizar tales contenidos y discriminar fuentes confiables de aquellas de dudosa procedencia.[2]

Es así que entran en escena teóricos posmodernos, quienes alertan sobre la cosificación del individuo y cuestionan la subyugación del mismo a la técnica, al capital, a las exigencias productivas del mercado e incluso al poder de la Iglesia, del Estado y de la ideología dominante, la occidental. Se cuestiona el sistema de dominación y poder emplazado desde occidente y se propone su abolición, junto a todos sus “grandes relatos”. Se plantea entonces la pluralidad de visiones como una forma de oposición al sistema ya descrito, postulando y promoviendo la creación de nuevos microrelatos. Es así que se hace énfasis en el pluralismo y diversidad, se promueve la aceptación de aquello como nuevas posibilidades, nuevas realidades, como nuevos microrelatos y nuevas (y múltiples) verdades. Todos aquellos nuevos microrelatos hoy parecen igualmente válidos y aplaudidos, mientras los viejos relatos religiosos y políticos habrían de abolirse debido a su rotundo fracaso, indica Hernán Montecinos (1996), en su libro “Del pensamiento mágico al posmoderno”.

Por su parte, Miguel Aguado (2004) al analizar los postulados de la Teoría Crítica de Frankfurt en el libro “Introducción a las Teorías de la Comunicación y la Información”, expone varios puntos de interés. En la cultura de masas, sostiene el autor, la información y el conocimiento habrían degenerado en simple contenido y entretenimiento. Apunta que según Adorno, Horkheimer y Marcusse, la industria cultural promovida, muchas veces, a través de los medios masivos de comunicación unifica la conciencia de sus consumidores en una conciencia de masa, carente de capacidad crítica y reflexiva, creando al hombre unidimensional, única y eminentemente consumista. Asimismo, indica, los intereses dominantes ejercen procesos autoritarios mediados por dichas tecnologías, generando procesos a través de los cuales el conocimiento y la racionalidad se reemplazan fácilmente por el mito y prepondera la emocionalidad irreflexiva; así es, aquella que, según las neurociencias, permite acceder al cerebro de las personas para prácticamente implantar ideas.

Como se mencionó anteriormente, cuando la posverdad entra en escena, los hechos objetivos pierden validez, queda entonces única y eminentemente el terreno de la propia interpretación, de los puntos de vista y las creencias antes que los hechos objetivos, atizados por la emocionalidad pura. En tal sentido, se abre una vía libre y fácil para la introducción de los nuevos microrelatos posmodernos así como, en general, para la manipulación y, entre otras cosas, para jugar con la mente, para convertirla en el campo de batalla que plantea la Guerra Cognitiva.

En este sentido Lozano (2018) en su artículo “El lenguaje en la era de la Posverdad”, señala que uno de los factores que agravan la situación actual en torno a la posverdad viene a ser “[…] la creencia posmoderna, ya completamente asentada, de que no existe nada parecido a la verdad, de que sólo existen los puntos de vista. Realmente lo que define nuestra época, aunque ya lo denunció Orwell en los años 30 del siglo XX, no es tanto la mentira como el abandono de la idea de que la verdad pueda existir. Hay que tener en cuenta que él lo dice en tiempos de guerra, en los que se da por hecho que la propaganda se multiplica. Es como si viviéramos en la propaganda perpetua."

Es así que el pensamiento Posmoderno, tiende a “erosionar la realidad” (Rodríguez, s.f.), negando la posibilidad de la verdad. Por otro lado, el pluralismo posmoderno (pluralismo, algo que quizá pudo ser sano en su gestación, eso no voy a discutirlo aquí, pero trastocado a límites alarmantes en su aplicación), comparte con la posverdad su característica esencial, la exaltación de las creencias personales y los puntos de vista incluso por sobre los hechos objetivos. Allí radica otro de los problemas en torno a la opinión pública, cuando se manifiesta que “la verdad está en todas partes”. Si bien es cierto que parte de la verdad puede encontrarse en diversidad fuentes y puntos de vista, es necesario una investigación profunda y la mediación del pensamiento crítico para validar dichas fuentes.

Hoy, los medios de comunicación masiva, las RR.SS., las industrias culturales, lo mismo que los políticos, y las nuevas ideologías anuncian el cambio, una nueva era y el fin de la historia como la conocíamos, un cambio de paradigma por uno donde los viejos relatos han de abolirse, no dialéctica, sino casi mecánicamente, acríticamente. Por ejemplo, si ya se demonizó a la dimensión espiritual del ser humano en la modernidad, en la posmodernidad, el hecho demonizar la ciencia per se, por ejemplo, no parece una respuesta del todo acertada, ya que esta es solo una herramienta del conocimiento, y como tal, el problema no radica en la ciencia misma, sino en cómo ha sido aplicada, muchas veces sin ética. Algo similar a como la maldad no puede radicar en un cuchillo por sí mismo, sino en quien lo use y con qué objetivo, si un cirujano o un asesino.

Sobre el peligro de la difusión de contenidos basados en la manipulación emocional (remitirse a la definición de Posverdad), Vicente Romano (2007), en su libro “La Intoxicación Lingüística – El Uso Perverso de la Lengua” indica que la estandarización en cuanto a formatos de las comunicaciones mediadas así como su simplificación, obstaculiza, en el consumidor promedio, el establecimiento de una forma crítica de acercarse a la realidad. Es en este sentido en el que los medios, pueden considerarse, de alguna manera, “creadores de realidad”, tal como indican Civila, Romero y Aguaded en su paper “El lenguaje como creador de realidades y opinión pública: Análisis crítico a la luz del actual ecosistema mediático”, y sin embargo, aclarar que esto sucede en concordancia con ese “pseudoentorno” al que hacía referencia Lippmann, no al contexto objetivo real.

Llegados a este punto considero importante hacer una reflexión, pues, a mi parecer, en el texto citado anteriormente, se maneja casi indistintamente al lenguaje y a los medios de comunicación como creadores de esa realidad. Considero importante diferenciarlos puesto que existe en la actualidad una tendencia (traspasada por la posmodernidad, la posverdad y, en cierta medida, incluso por el pensamiento mágico hoy en nuevo realce) en torno al mal manejo de información científica, que postula que el pensamiento, la consciencia, la mente y el lenguaje; crean y modifican la realidad concreta objetiva, cosa que estaría muy alejada del planteamiento que versa sobre el efecto de los medios en el pseudoentorno o en la generación y mantenimiento de ciertos constructos sociales, sin que ello, obviamente, modifique la realidad objetiva.

Civila y compañía hablan en realidad de los medios como creadores de narrativas que no siempre tienen que ver con la realidad (cosa que sería importante especifiquen, lo digo por aquellas creencias de modificación de la realidad objetiva con solo el pensamiento), sino con un imaginario implantado, es decir, un pseudoentorno, una representación de la realidad, pero nunca la realidad en sí, nunca como un agente creador de la realidad concreta y objetiva aunque su título o no especificarlo en su texto pueda llevar a esa confusión, es decir, no como se pretende hacer creer desde ciertas corrientes metafísicas "de moda" (sí, ahora la "espiritualidad" parece ser también un producto de consumo), ante el derrumbe paulatino de las religiones de antaño y "gracias" a los efectos nocivos de la posmodernidad y la posverdad permeando incluso en ámbitos paracientíficos, que se hacen pasar por científicos (entonces el término sería pseudocientíficos, pseudo= falso, que se hace pasar por... sin serlo); por ejemplo, con la difusión de una supuesta Física Cuántica desde corrientes metafísicas. Tales ideas metafísicas, coincidentemente, tienden también a erosionar la realidad objetiva y los criterios de verdad y a exacerbar, nuevamente, aunque de otro modo, la omnipotencia del ser humano con respecto a su entorno, típica característica hedonista y ultraindividualista de la modernidad también presente en la posmodernidad, que supuestamente llegaba a "combatir" esas características de la modernidad, ¡vaya ironía! Todo ello, sumado al relativismo propio de la posmodernidad puede resultar muy peligroso incluso en el sentido más pragmático, el funcionamiento de los sistemas de justicia.

La comunicadora Cecilia Rodríguez (s.f.) también estudia y reflexiona al respecto en su informe “Posmodernidad y Comunicación” de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. En este informe advierte cómo el auge de las comunicaciones mediadas ha derivado en la explosión en cuanto a la difusión de la pluralidad de visiones del mundo y la realidad. Esto, aceptado de muy buena gana por el posmodernismo, habría derivado a su vez en la “pulverización de la realidad”, de los hechos concretos y comprobables en aras del elogio de las creencias y opiniones en detrimento de los hechos.

4. La posmodernidad y sus nuevos "valores revolucionarios": alimentando aquello que creen combatir.

Existe hoy una constante por vender al pueblo una apariencia de progreso, respeto, tolerancia, igualdad, etc., cuando lo que sucede es justamente lo contrario.  

Desde las corrientes posmodernas se considera, como ya expliqué, que hablar de la "cultura de occidente" es  casi como hablar del mismísimo demonio (para resumir).   Desde estas corrientes se habla de un "eurocentrismo" como uno de los puntos de partida para atacar todo cuanto venga de ocidente, así, automáticamente, tanto sus religiones, sus corrientes político-filosóficas (salvo la posmoderna, por supuesto), la ciencia, tecnología e incluso la educación, disque por ser "elitista y alienante".  Pero, si nos paramos a pensar, ¿no es eso una idea de doble filo? y, ¿a qué o quiénes beneficia?, ¿se han puesto a pensar?, ¿no es esa una muy  conveniente forma de privar del derecho universal a la educación, la ciencia y la tecnología a "ciertos" grupos y, lo más artero de todo, con un disfraz de "buenismo"?   Con eso, ¿no seguiría siendo acaso la educación un privilegio de las clases medias y de las más pudientes?  No digo aquí que sea una belleza avasallar comunidades enteras para hacer una carretera, lo que digo, es que, ¿quién se creen las nuevas corrientes y organismos para decidir qué es bueno que aprendan y qué no?

    a) Sobre la educación
Satanizar la educación que ellos mismos, la clase dominante recibieron como una gran prerrogativa de clase, de tal manera que nadie más se atreva a acercarse a esa educación por considerarla inherentemente "malvada", es una forma muy hábil de impedir el acceso a tal educación para el pueblo,  una forma solapada en que las élites tratan de impedir que las clases desfavorecidas adquieran los conocimientos y el criterio que en sus manos podría jugarles en contra y hacer que su sistema de privilegios se tambalee, ¿verdad?

Creo que lo verdaderamente elitista no es el tipo de educación a la que acceden las élites, pues como dijo Luis Espinal, reducen la educación y los cartones a simples abalorios de lujo, para exhibirse. Lo elitista es que se pretenda restringir el acceso a aquella educación o/y a otras diversas oportunidades de acercarse al mundo, bajo la excusa, el MUY HÁBIL pretexto de que aquella es una "cultura de colonizadores, de neoliberales, alienante y perversa", ¿me explico? 

Desde el surgimiento del capitalismo aquella cultura de educación privilegiada que antes era restringida a las casas reales comenzó a ser privilegio también de la clase burguesa, misma que más adelante accedió también al poder político.  Y así se mantuvo hasta nuestros días, sobre todo cuando las universidades hacen de la educación solo un jugoso negocio, fin.

Pero, en la sociedad posmoderna, el acceso a la educación, en tanto no se centre únicamente en las propias raíces ha comenzado a ser satanizado y muy bonitamente adornado con ideas del tipo "decolonización", rescate de las raíces ancestrales, reivindicaciones históricas, respeto a la propia cultura, etc., todo suena bonito sí, pero encierra un fin muy oscuro detrás.  Esa noción dolosa de satanizar la educación a la que la élite tuvo acceso siempre es muy diferente a criticar y cuestionar el proceder de esa élite en sí, el acceso al conocimiento, al final, de cuentas debería ser universal.

Sin embargo, hoy en día, con base en esa satanización de la educación se ha caído en una falacia muy peligrosa. Respetar la cultura de cada persona es, en efecto, un acto racional y de necesario e imperativo de respeto a la diversidad y al otro.  Pero creer que por respeto a esa cultura la persona “no debe” recibir la educación que ostenta la élite "porque es del diablo" y limitarse únicamente a reforzar una visión centrada en la propias creencias y cultura, y porque esa misma élite así lo dice, me parece personalmente una forma artera y “amable” de censura, de dominación y sometimiento.   

Una educación y formación crítica se enfoca desde una diversidad de puntos de vista y no va a crear demonios con base en prejuicios tales como que la ciencia es automáticamente perversa por haber nacido en Europa o que su método es eurocentrista (y por tanto malvado y sesgado). ¿Dónde está la diversidad si se impide el acceso a cierto tipo de educación por considerarla inherentemente despreciable? ¿En qué parte se incentiva el pensamiento crítico con acciones como esas? ¿No se está pensando por el pueblo, al inculcarles semejantes prejuicios y preconceptos tan convenientes precisamente para esas élites y asi mantener el statu quo y sus privilegios?

La educación no consiste en encerrar al individuo en su propio mundo, gustos e intereses, no lo encierra en su propia burbuja, al contrario, le abre las puertas a expandirse y abrir sus alas, le aporta el criterio para ver el mundo desde diversas perspectivas, no se trata de negar sus raíces propias pero tampoco de coartar que se eleve como un árbol que crece y expande sus ramas. pero,  ¿a qué o quienes conviene que el pueblo no se levante ni se eleve por sobre ellos? Ni siquiera es necesario dar esa respuesta.

La educación libera, no encierra.   No te apoya a regodearte en la propia ignorancia (que ignorantes somos todos) por causa de una mal entendida "tolerancia" y un muy conveniente "respeto a la propia cultura", principalmente, claro está, la cultura del conformismo y de dejarse adormecer por el sistema y sus intereses. 

La educación tampoco consiste solo en aprender un oficio para sobrevivir, eso es lo que es sistema promueve e impulsa, eso es lo que nos hace creer, nos hace presas de una "educación" limitada que se reduce a crear seres masa, clónicos, reemplazables como piezas o "engranajes de una gran maquinaria" (Sábato, 1951) seres que produzcan para sostener ese orden establecido, pero que no piensen demasiado, para que no cuestionen.

Quizá eso es lo que teme la clase dominante, por eso llama “elitista” o "alienante" al hecho de que personas que nacieron en una cuna pobre puedan acceder a la misma y aun mejor educación que ellos mismos.  Quizá por eso pretenden que se retorne a las raíces pero sin permitir que el árbol crezca, cortan sus ramas con un afán que no creo haber visto antes.  

Como sostenían Adorno y Horkheimer, el sistema permite...
“[...]que los individuos adquieran los conocimientos necesarios para la eficacia en la sociedad industrial, pero neutraliza mediante mitologías y emociones su capacidad crítica” (Aguado, 2004:183).
 He ahí la manipulación que lo tergiverso todo.

En verdad, considero, a la clase dominante parece aterrarle que el pueblo acceda a una educación que durante siglos fue un privilegio solamente suyo, usado como abalorio para lucir en la reuniones sociales o para pisotear y sacar provecho; pero que, para el pueblo, sería también una herramienta de emancipación y liberación.

    b) Sobre el consumo de contenido chatarra
Siguiendo la línea anterior, no es admisible que en nombre de una supuesta "tolerancia", se piense hoy:  "¿así que te gusta la TV basura? En nombre de la tolerancia vamos a respetar tu cultura y producir únicamente tu querida TV basura y vamos a atiborrarte con ella, ¡Ay, qué buenos y tolerantes que somos! (y por detrás, claro, TV basura para que sigas adormecido sirviendo a este sistema).   Y no, qué va!!! no lo hacemos por venderte nada, no, obviamente no te estamos manipulando, eres tan sabio e inmanipulable que tu controlas lo que pasa con los medios, los medios no te controlan a ti", eso es lo que predican (en resumen); es decir, ideas autocomplacientes para quien las escuche, vendidas coo academia y disfrazadas de bondad. 

    c) Sobre el acceso a salud 
Y siguiendo esta lógica, si te quieres arruinar la salud con pseudomedicina, "allá vas muchacho, somos tan tolerantes que no vamos ni siquiera a advertirte, oh sabios países tercermundistas!, es más les vamos a procurar el placebo".  Esa es una forma vil y solapada de mantener ese statu quo disfrazándolo de algo aparentemente bueno y noble. Comparo eso a una madre que creyendo amar a su hijo y darle lo mejor, lo consiente y le da gusto en todo, sin percatarse de que le está haciendo mucho daño.

Y de hecho lo que digo sobre la medicina no es un ejemplo sacado de mis divagaciones, es una realidad.  La Organización Mundial de la Salud, autoridad científica, ojo CIÉNTÍFICA, en salud a nivel mundial, pretende admitir como parte de la medicina oficial y científica prácticas de dudosa eficacia, es decir pseudocientíficas y/o esotéricas, pero todo ello bajo un nombre de “rescate” de los conocimientos y culturas ancestrales, destinado coincidentemente a los países pobres que no pueden costearse una medicina probada. O sea, ¿se justifica entonces semejante desatino con el pretexto de hacerlo por pura filantropía y amor por las plantitas y la naturaleza?, ¿filantropía ofreciendo algo que no solo no está comprobado que sirva sino que probablemente puede hacer mucho daño?, ¿cómo puede una institución de esa envergadura vender gato por liebre?, es decir  ¿avalar algo que no es científico como si lo fuera? Parece algo noble, sí, parece pensado en ayudar a los países pobres: pero, ¿hasta qué punto se puede llamar ayuda a promover prácticas que quién sabe si funcionan o que incluso podrían hacer daño?.  Claro, qué lindo, que no accedan a educación y ahora tampoco a salud, todo disfrazado de "buenismo".

    d) La instrumentalización de causas justas
De la misma forma existe el "racismo amable", concepto usado por Yola Mamani,  por ejemplo, al poner en un cargo a una chola solo por su pollera y así quedar "bonito" ante el ojo no crítico; o yo pondría el "machismo amable", que trata de incluir en la nómina de un plantel de trabajo a cierta cantidad de mujeres solo para cumplir (que mal suena) con la norma de paridad, es decir, solo por ser mujeres y no por considerar que tienen mérito alguno más allá de sus cromosomas XX, hecho biológico que en realidad no constituye ni mérito ni pecado.  

Esas son medidas de forma que se asemejan al tono condescendiente y el menosprecio con que cierto vicepresidente se dirigía a sus bases, usando solo ese tono, y no con la labia que solía tener en medios o con otras personas que probablemente consideraba "a su altura", o cuando usó frases ridículamente sosas y manipuladoras como "mamita, papito, si nos vamos del gobierno, el sol se va a esconder y todo será llanto", como creyendo que habla con personas qu no podían entender.   Pero no, ni el indígena, ni las mujeres, con o sin polleras necesitamos que nos subestimen, que nos hablen como a bebés tontitos, que sean políticamente correctos y complacientes con nosotros, somos adultos, no necesitamos ni queremos lechita en mamila.   

Esas imposturas de forma NO abogan por un cambio real y en esencia, instrumentalizan causas legítimas y justas para beneficio propio de quienes las encumbran solo para encaramarse en el poder.  Es en esa hermenéutica que terminan  usando, por ejemplo, al indígena o a la mujer como floreros para exhibirse en un escaparate de "tolerancia e igualdad", para lucirse como un abalorio que da constancia de su "buenismo" y supuesta lucha por causas sociales.  Pero ahí queda, para la foto, como esa suerte de abalorios a los que la clase dominante suele echar mano con frecuencia.  

O como lo pondría Yola Mamani, que solo "pretenden lavarse su cara", o sus manos del racismo y machismo de siempre, así pueden posar en las fotos como buenos "progresistas" y acceder con ello a los puestos de poder, o vender su imagen personal que es lo que en verdad les interesa.  

¿Dónde se ha visto que una conquista social se logre en base a una recetita sobre cómo ser "un buen revolucionario" dictada, financiada y encumbrada por el propio sistema y que termine defendiendo y alimentando aquello que decía combatir?   

Y los mismo está sucediendo con la espiritualidad; tanto la revolución social como la espiritual hoy se venden precocinadas, enlatadas y listas para "usarse", como ese abalorio, una vez más, pero eso no puede ser sino una falacia, una pseudorevolución, una pseudoespiritualidad, se trata de una revolución y una espiritualidad de consumo, de moda, lo cual contradice totalmente la esencia de tales conceptos,  pues cualquier camino espiritual, como de cambio social, solo puede construirse desde la reflexión profunda y la acción consciente, honesta e independiente; no con recetitas y menos aún cocinadas y patrocinadas desde el propio sistema corrupto y egoísta que se pretende combatir. 

Y así todas aquellas formas "amables" de discriminación son tomadas hoy como "reivindicación", pero no son más que medidas de forma que lo único que hacen es alimentar lo que creen o dicen combatir; maquillar un problema y hacer de cuenta luego que no existe, pero resulta que la peor forma de afrontar un problema es fingiendo demencia.   

    e) La corrección política
El mismo Espinal parecía notarlo cuando afirmaba que la clase dominante acostumbra decir las cosas de forma hipócrita, artera. Por otro lado, habla no solo de la hipocresía de la clase dominante propiamente dicha, sino también de la hipocresía en sus modos, de sus formas adornadas y eufemismos para “dorar la píldora”.  ¿Alguien pensó de nuevo en la corrección política?

La corrección política, lo mismo que la censura, subestima al pueblo, lo considera un niño pequeño, decía Espinal, lo cree incapaz de tomar alimento sólido, de digerirlo y nutrirse con él, pero no solo eso, al sistema le conviene que efectivamente esto sea así. La corrección política subestima al pueblo y lo considera un niño pequeño al que es necesario "proteger", pero sobre todo domesticar.

Me pregunto entonces si las personas se habrán dado cuenta de que ese lenguaje suavizado y políticamente correcto y condescendiente atribuido desde antaño al poder dominante, tal como indica Espinal, es hoy la bandera de la izquierda progresista.  Ahora, ¿no podría ser esa, además, una forma de adormecer la protesta bajo políticas que son solamente de forma y que no ven ni mucho menos buscan resolver en absoluto el fondo de los problemas estructurales?  

¿Por qué hoy la "izquierda" adopta las características de aquello que solía combatir?, ¿no es más bien aquello la muestra de una “izquierda” totalmente domesticada por las ideas de los plutócratas que les hace la guía de su protesta?, ¿no es eso como el sistema vendiendo una receta sobre “cómo ser antisistema”? La paradoja se cuenta sola.   Y lo más llamativo, todo sucede bajo la venia de una suerte de “progresismo” y una "izquierda" domesticados por el propio sistema y funcionales a él.

    f) Su mecanismo de acción
Y ¿no recuerda todo ello a la corrección política y sus formas "amables" de censura?  Sí, aquella que Luis Espinal denunció en la derecha como estratagema propia de manipulación y adormecimiento arropada en sedas, eufemismos y remilgos propios de la burguesía; hoy, curiosamente encumbrada por la supuesta "izquierda".  (Ver la "nueva izquierda" de Birmingham, donde todo, me parece, empezó a desdibujarse y la izquierda comenzó a abrazar las posturas que solía combatir en la derecha, la misma que ha pasado a ser la izquierda más mediática y visible hoy, la izquierda típicamente posmoderna).

Cito en este punto a Zygmunt Bauman (2007:73), para que se comprenda desde su perspectiva lo que vengo diciendo:
« La sociedad de consumidores extrae su vigor y su impulso de la desafección que ella misma produce de manera experta. Nos brinda un ejemplo de primer orden de ese proceso que Thomas Mathiesen recientemente ha descrito como "silenciamiento silente": utilizar la estratagema de la "absorción" para cortar de raíz el disenso y la protesta [...] lo que significa que "las actitudes y acciones que en principio son trascendentes" -es decir, que amenazan al sistema "se integran al orden imperante de modo tal que sirvan a los intereses dominantes. Así la amenaza para el orden imperante queda desactivada". Y yo agregaría: también son convertidas en fuente inagotable de recursos para el mantenimiento y la reproducción de ese orden».
Así, según todo lo expuesto, la clase dominante y sus políticas parecen disfrazar de buenismo sus verdaderas intenciones para que estas sean aceptadas sin oposición.  Dan una apariencia buena a muchas de sus políticas pero a través de ellas imponen lo que conviene a sus intereses y así mantienen el sistema imperante, donde la protesta simplemente no existe, pues las personas confunden tales imposiciones, que en el fondo se vuelven en su contra desde que son absorbidas y usadas (instrumentalizadas) por el sistema.  La sociedad, entonces, toma esas medidas como si fueran una repuesta honesta a sus demandas, una conquista social, sin realmente serlo.

    g) Sus contradicciones y paradojas
Dejo a continuación algunos ejemplos más acerca del mismo mecanismo de acción que creo ver en torno al acceso a educación, a salud, la corrección política, etc.;  formas de “censura amable” que  reciben hoy la venia y aprobación del quienes se supone habrían de combatir la censura y manipulación. Ideas que impone la cultura de la clase dominante de forma solapada y engañosa y disfrazándose de su antítesis.  Lo que dejo a continuación, son ejemplos señalados en distintas circunstancias y por diversos autores.

En primer lugar cito a Ernesto Sabato; escritor argentino, pintor y doctor en Física, quien describe esa suerte de depravaciones en que terminaron las revoluciones, al final, siempre sirviendo a aquello que buscaban combatir.   Hacer notar además que esa crisis, según su análisis, no se limita a una corriente ideológica, sino que constituiria la crisis del hombre moderno, lo cual armoniza con lo expuesto por Montecinos, según lo cual la posmodernidad no sería una contra-modernidad como a ellos mismos les gusta creer, sino una suerte de continuación y exacerbación de loss más profundos desaciertos de la modernidad, la modernidad en su expresión y culminación lógica más decadente.  

Les dejo con Sabato:
“Frente al caos capitalista, surgió el movimiento socialista, pero pronto adquirió los atributos del siglo que quería combatir: la Ciencia y la Máquina se convirtieron en sus dioses tutelares, y al socialismo "utópico" de Owen, Fourier y Saint-Simon sucedió el socialismo científico de Marx. Y de este modo, la concentración del poder estatal mediante la ciencia y la economía condujo a los superestados basados en la máquina y en la totalización. Esta crisis no es sólo la crisis del sistema capitalista: es el fin de toda esa concepción de la vida y del hombre, que surgió en Occidente con el Renacimiento. De tal modo que es imposible entender este derrumbe si no se examina la esencia de esa civilización renacentista. Tal como Berdiaeff advirtió, el Renacimiento se produjo mediante tres paradojas:
1ª Fue un movimiento individualista que terminó en la masificación.
2ª Fue un movimiento naturalista que terminó en la máquina.
Fue un movimiento humanista que terminó en la deshumanización.” (Sabato, 1951:105-106) [Negrillas añadidas]
Cito también a Pedro Portugal, historiador, pensador e intelectual indianista boliviano (ojo!, no indigenista, no confundir), conocedor e investigador de la realidad indígena, columnista, ensayista y director del hoy discontiuado periódico Pukara:
“Lo que diferenciaba entonces a los modelos socialistas y de los capitalistas eran los valores que portaban. El marxismo incidía en lo colectivo, en lo comunario, la responsabilidad social y la supeditación del interés personal al bien común. De esa manera, el aborto hacía parte más bien de los vicios y dislates de la sociedad burguesa, y su imposición en el "Tercer Mundo” era parte de la política imperial de control de la natalidad.
En los años 70 y 80 los izquierdistas proclamaban alto y fuerte su rechazo a esas políticas, en el que percibían los más bajos recursos genocidas del odiado imperialismo yanqui, especialmente hacia las poblaciones indígenas.
Los tiempos han cambiado. Ahora la izquierda está inmersa en los valores del capitalismo triunfante.
Hay un elemento común a las posiciones de esa izquierda: el indígena. Antes servían como sustento a sus desfogues anti imperialistas, reclamando por qué se los quería esterilizar e impedir que tengan wawas. Ahora se los utiliza para hacer creer que la extensión del aborto es, en el fondo, una reivindicación suya.” (Portugal, 2017) [Negrillas añadidas]
Finalmente, cito a Estefany Murillo, indianista feminista y columnista:
“La tecnocracia de género se ha convertido en el discurso “feminista” políticamente correcto de las instituciones y movimientos políticos, porque elimina el sentido de lucha. Una tecnócrata de género apela a la “igualdad entre hombres y mujeres” y menciona en todo momento que “no todos los hombres son malos, también hay hombres buenos”. Este tipo de discurso en realidad está pensado para que las mujeres tengan miedo de plantear (y claro, luchar) directamente los problemas patriarcales dentro de las instituciones. Una tecnócrata de género hablará de datos y estadísticas huecas y vacías, sin sentido de lucha, sin análisis político, sin compromiso social. Una tecnócrata de género hará del discurso de la perspectiva de género su discurso de vida. Su única carta de presentación será su ausencia de discurso político real, apelando a una supuesta lucha en la que no está comprometida, ni necesita estarlo para vivir y ganar su pequeño y mediocre espacio de comodidad (que ella creerá), es un espacio de poder.
La tecnocracia de género es el mecanismo que el sistema ha inventado para que las personas que son machistas (es decir, aquellas que no se plantean ni en lo teórico, ni en lo práctico cambiar las relaciones de poder del sistema patriarcal) puedan acceder a espacios de poder a nombre del “feminismo”.
¿Que representa el pachamamismo dentro del indianismo?
Desde mi perspectiva, el pachamamismo es el discurso romantizado e idealizado que no concuerda con una realidad. En los últimos años los representantes más jóvenes del indianismo han estado en férrea batalla contra el pachamamismo. Es el propio Carlos Macusaya­ (uno de los pocos indianistas que sigue activo) quien reconoce que el pachamamismo es el adormecimiento y la domesticación del indio en la lucha política. El pachamamismo representa para él la negación de los problemas los indios, a través de un discurso adormecedor; temas como la ecología, la violencia dentro de las familias, el patriarcado dentro del mundo indio, las disputas políticas a la hora de optar por un cargo; todos ellos revelan la realidad del mundo indio lleno de contradicciones internas, nada equilibradas ni armoniosas. Macusaya también reconoce que existen dos tipos de indios que reproducen el discurso pachamámico: aquellos que se prostituyen para vivir del financiamiento y aquellos que realmente han querido tragarse el cuento (finalmente para vivir también del discurso).
Podemos observar que en todas las relaciones de poder el sujeto “dominador” siempre necesitará el discurso adormecido del sujeto “dominado” para que éste no cuestione a otros ni se problematice a sí mismo los problemas de dominación, y en última instancia para que, al no cuestionarse, no luche contra estas relaciones de poder.
El pachamamismo es el mecanismo que el sistema ha inventado para que las personas que son coloniales (es decir, aquellas que no se plantean ni en lo teórico, ni en lo práctico cambiar las relaciones de poder del sistema colonial) puedan acceder a espacios de poder a nombre del “indianismo” o la “descolonización”.” (Murillo, 2018:10,11) [Negrillas añadidas]

5. Redes Sociales y Opinión Pública

La periodista Teresa Liano en el artículo titulado “Las redes sociales, dictadores de la opinión pública” publicado en 2019, indica que las RR.SS. se han convertido hoy en los nuevos “dictadores de la agenda pública”, pues ellas señalan de qué vale la pena hablar y de qué no, tal como indicara Mc Combs en su teoría de la Agenda Setting. Liano indica además que esta agenda se pude manipular a través de la manipulación de los debates que se generan dentro de estas plataformas. Aquí es donde entran los bots.

Los bots son cuentas falsas automatizadas que interactúan con los usuarios en plataformas de RR.SS., y que detectan y postean palabras clave a través de algoritmos que divulgan determinado contenido estratégico para crear lo que se denomina trending topics o tendencias de moda. Es decir, para crear en el mundo virtual algo a lo que ya se hizo referencia, climas de opinión.

“Un estudio de la Universidad de Oxford reveló que en 48 países del mundo ocurren campañas de manipulación de las redes sociales. La mayoría por parte de partidos políticos que difunden noticias falsas durante periodos electorales.” (Liano, 2019)

Así, se rompe con los viejos sistemas políticos, con la ciencia, las ideologías de antaño y hasta con la idea de la verdad, y se la reemplaza no por pensamiento crítico ni por el pluralismo (idealmente entendido, entre otras cosas, como libertad y diversidad), sino por un relativismo desmedido de la realidad y nuevas formas dogmáticas, individualistas y de exaltación del ego. Además la Infoxicación, que ha derivado ya en Infodemia[3], es ya el pan de cada día que bombardea mediante las TIC y las RR. SS. Si a ello agregamos una de las estrategias preferidas por los gobiernos para interferir en la opinión pública, los bots, algo que fue reportado por la Universidad de Oxford en 2018, tenemos un caldo de cultivo perfecto para la implantación de las ideas, un campo de batalla ya muy bien fermentado para el despliegue de la Guerra Cognitiva.

Así, las RR.SS. son aprovechadas por los poderes para manipular a la población a través de la difusión de noticias falsas específicamente diseñadas para moldear o dirigir la opinión pública. Además está el hecho estratégico de construir medias verdades, que no son sino mentiras, lo cual incide no solo en la mayor aceptación de tal información debido a su componente de verdad, sino que también interfiere con el proceso de investigación para esclarecer los hechos, explica Liano. Finamente, queda contemplar el alza en los recursos destinados a campañas digitales, donde los resultados arrojados en los motores de búsqueda fluctúan de acuerdo al presupuesto invertido por los interesados.

Andrés Huergo (2018) en el ensayo titulado “Redes sociales, opinión pública, verdad y democracia”, señala que en la sociedad actual los hechos objetivos son menos importantes que las creencias, que se enarbola la emocionalidad, mientras la razón ha llegado a sufrir el desprestigio típico del discurso posmoderno. En este sentido, indica Huergo, quien huye de la razón, utiliza recursos arteros “para blindarse contra la refutación, porque no tiene interés en apoyar sus posiciones en argumentos, sino en causar en el interlocutor un determinado impacto a través del adecuado manejo de sus más recónditos resortes sentimentales” (Huergo, 2018), una estrategia muy habitual en la política a través de la demagogia y la propaganda.

Además, añade que en las RR.SS. “se ha instalado el reino de la opinología […] en el que todo individuo se siente legitimado para sentar cátedra sobre cualquier cosa, aunque no tenga el más mínimo conocimiento sobre el particular. El narcisismo de la opinión se impone como un fenómeno incontestable: toda opinión es sagrada («igualmente respetable», se dice), aunque esa opinión carezca por completo de justificación” (Huergo, 2018).

Por otro lado, está la exagerada importancia que se le otorga al hecho de acumular “likes”, situación que crece a la par de la presión sobre los internautas por ganar notoriedad, ¿cómo? adscribiéndose al confort de las posturas y tendencias en boga, hecho que a su vez revela cómo funciona la “Espiral del Silencio”, teoría postulada por la politóloga Elisabeth Noelle-Neumann, según la cual, existiría un temor a expresar la propia opinión cuando esta no va acorde con la de la mayoría, pues aquello conduciría al aislamiento y desaprobación no solo de la opinión, sino de la persona que la emite.

Aquel fenómeno, podría extrapolarse hoy fácilmente al mundo virtual que, por sus características, hace que la condena y la cancelación social en contra de un individuo (ya de por sí un arma de doble filo), sea fácilmente amplificable hasta límites nunca antes imaginados. De esa manera, la espiral del silencio, hace que se invalide y que prácticamente desaparezca el disenso (aunque puede este permanecer, de manera reducida, en los llamados núcleos duros).

Así, según toda esta dinámica, tal y como indica el periodista Vicente Lozano en su artículo titulado “Redes Sociales y Opinión Pública”, “la penetración de las redes sociales empieza a desplazar a los medios tradicionales a la hora conformar esa opinión pública.” (Lozano, 2017)

Un claro ejemplo de la creciente relevancia de las RR.SS. como generadores de opinión pública, es lo sucedido el día en que Donald Trump concedió su primera entrevista como presidente de los Estado Unidos, según explica Lozano. En esta entrevista llevada a cabo por el diario “Financial Times”, salió a relucir la importancia que daba el recién posesionado presidente a su presencia en RR.SS.: "Tengo más de cien millones de seguidores entre Facebook, Twitter e Instagram, no me hacen falta los periódicos mentirosos”, señaló. Lozano además indica (cuando Trump todavía era presidente), que sin Twitter su presencia en la Opinión Pública sería mucho menos importante. Podría ser sintomático que en las posteriores elecciones, tras haber sido cancelada su cuenta de Twitter, perdiera la presidencia frente a su adversario, Joe Biden, o podría no serlo, sin embargo lo dejo aquí como dato.

Otro ejemplo, viene a ser la derogación del D.S. 4231, que fue tildado por la opinión pública como “Ley Mordaza”. Esta derogación se produjo en plena época de cuarentena, por lo que el medio de expresión del descontento de la ciudadanía fueron solamente las RR. SS., no hubo una sola manifestación en las calles al respecto, y sin embargo, fue abrogado, y muy probablemente, debido a la presión social creciente y muy notoria en estas plataformas, donde incluso más tarde se acordarían los "petardazos" como medio de protesta, desde el confinamiento.

6. Planteamientos Finales

Como punto final, a manera de conclusión, retomemos aquí la alusión a la llamada Guerra Cognitiva, en aquella investigación que, en el marco del proyecto Innovación para la Excelencia en Defensa y Seguridad, habría sido impulsada por la OTAN. A la luz y en el contexto de todo lo planteado en el presente ensayo, me permito recurrir a citar textualmente aquellos tres postulados del documento “Guerra Cognitiva. Centro de innovación”[4], y paso posteriormente a comentarlos.

1. “La guerra cognitiva es una guerra ideológica que busca erosionar la confianza sobre la que ha sido construida la sociedad… La desinformación se aprovecha de las vulnerabilidades cognitivas de sus objetivos, especialmente las ansiedades o creencias que predisponen a sus objetivos a considerar como verdadera toda clase de información falsa.”

En el contexto de la sociedad posmoderna, su crisis existencial, su desarraigo, descreimiento en los antiguos pilares, incluyendo la desconfianza y satanización de la ciencia, abandono de viejos relatos y demonización incluso del concepto de "verdad", socavando, menospreciando y desestimando su importancia como un valor y un bien común a salvaguardar; es una situación que parece estar ya en pleno desarrollo y más que eso, en pleno auge.

2. “La guerra cognitiva explota las vulnerabilidades innatas por medio de las cuales la mente humana procesa la información, aunque nada de esto es nuevo. Sin embargo, debido a la velocidad e impacto que tiene actualmente tanto la tecnología como la información, se ha hecho imposible que la mente humana sea capaz de procesar tales cantidades de datos.”

El mapa parece completarse a través del mecanismo fundamental de la posverdad, la manipulación a través de un alto contenido emocional explotando aquella vulnerabilidad humana y su amplia difusión a través de RR.SS. y a través de un estado de infoxicación.

3. “La diferencia entre la guerra y la propaganda radica antes que nada en que todo el mundo participa en esta última (muchas veces de forma inadvertida) mediante la creación de información y conocimiento que ha alcanzado cuotas sin precedentes. Se trata de un cambio sutil pero significativo. Anteriormente, los individuos estaban sometidos pasivamente a la propaganda, ahora contribuyen activamente a su promoción.”

¿Acaso no querría casi todo el mundo, con buenas intenciones, adscribirse voluntariamente a esta nueva visión de tolerancia, pluralidad y diversidad posmoderna? Por supuesto, el planteamiento es muy noble y en la forma, al parecer crítico (no digamos lo mismo en la esencia por el relativismo extremo y casi solipsismo al que conduce, el ultraindividualismo, la exaltación del ego, la dilución del concepto de verdad, entre otros peligros ya mencionados).  Por otro lado, aquí se muestra claramente ese mecanismo tan artero, si bien antes eran solo individuos sometidos y manipulados por la propaganda y los medios, hoy los individuos tampoco son quienes controlan a los medios como plantean esas autocomplacientes enfoques "académicos" entre los cuales se me ocurre nombrar el de los "Usos y Gratificaciones", de origen Estadounidense. Hoy no solo son manipulados por esa propaganda, sino que contribuyen y alimentan el estado y comportamientos que ella promueve.  Es decir, como ya se postuló en el punto 4,  perpetúan y alimentan el sistema que creen combatir.  

Increíble cómo encaja todo con la situación actual, ¿coincidencia?  Cada quién fórmese su propia opinión... 
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- El mapa general planteado por aquella Guerra Cognitiva lleva en sus entrañas postulados que parecen, de muchas maneras, hilarse solapadamente con los planteamientos propios de las corrientes posmodernas, su relativismo, su apología a los puntos de vista por sobre los hechos, el descreimiento en los propios hechos y hasta en la ciencia como herramienta para acercarnos a la realidad objetiva y hasta incluso, muchas veces, la negación de la propia realidad objetiva.

- Todo ello, a través de consignas nobles y aparentemente críticas a las que por voluntad millones se adscriben 

- Pero además, las difunden y alimentan entusiastas, sin reparar en los peligros que encierran ni que están, ellos mismos, alimentando la propia propaganda e implantación de ideas que creen combatir.

- Ese relativismo impulsado bajo nobles consignas a su vez parece enlazarse con la definición misma del concepto de posverdad: implantación de información falsa a través de la manipulación emocional... 

- Además de coincidir todo ello con su implementación mediante mecanismos tecnológicos de difusión masiva, tal como pasa hoy con las RR. SS. que, además de ese potencial enorme de difusión, tienen un sobrado potencial de sesgar la realidad para sus usuarios, sea a través de sus algoritmos propios y más descaradamente aún a través de bots.
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Para finalizar, me permito citar un pensamiento que, particularmente, me parece tan realista como demoledor:

"La Opinión Pública sigue siendo quien impone gobiernos, pero resulta que estos gobiernos son los que crean la Opinión Pública." (Hombres y Engranajes, 1951)

Resulta entonces más que solo pertinente el compromiso ético con la verdad y los hechos como el ideal a perseguir, como un referente y un faro que guía y alumbra el camino, o ese horizonte que nos muestra hacia dónde dirigir los pasos, puesto que la verdad, aquella humanamente alcanzable, como principio, es liberadora (y no necesito ser religiosa para decirlo, de hecho, no lo soy), y al serlo, considero que es a la vez humanizante, lejos de la cosificación de la persona que ha producido ese sistema calamitoso, interesado y deshumanizante en que nos movemos.

El periodista Javier Darío Restrepo lo expresa muy bien, y concluyo con un pensamiento suyo que marcó mi camino personal:

“Uno decide libremente sobre las cosas que conoce bien, y cuando se trata del bien público, […] lo ideal, es que las decisiones que tome el ciudadano sean sobre una base muy sólida de conocimiento de la realidad. Y de ahí sigue otro paso, que es precisamente el que marca la gran dignidad de la profesión periodística, que cuando las personas pueden decidir libremente, el periodista se convierte algo así como en alguien que induce y protege la libertad de las personas. De modo que uno puede afirmar que un buen periodismo genera libertad”. (Restrepo, 2011)

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Para finalizar dejo un vídeo mucho más sintético y rico que todo el embrollo que les he expuesto, un video que desenmascara esa aparente lucha cultural donde todo se reduce a una pantomima superficial, esa que alimenta, en el fondo, el verdadero statu quo, aquel que controla esa burda, insustancial e inútil pelea entre bandos ultrapolarizados y enfrentados que no ven más allá de su ideología, ni se percatan cómo están siendo funcionales y ayudando a perpetuar muchos de los problemas estructurales que creen combatir. 


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BIBLIOGRAFÍA

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[1] “Existe una opinión generalizada según la cual la matemática es la ciencia más difícil cuando en realidad es la más simple de todas. La causa de esta paradoja reside en el hecho de que, precisamente por su simplicidad, los razonamientos matemáticos equivocados quedan a la vista. En una compleja cuestión de política o arte, hay tantos factores en juego y tantos desconocidos e inaparentes, que es muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso. El resultado es que cualquier tonto se cree en condiciones de discutir sobre política y arte -y en verdad lo hace- mientras que mira la matemática desde una respetuosa distancia.” (Sabato, Uno y el Universo, 1945:87)
[2] Recuperado de https://www.fundeu.es/recomendacion/infoxicacion-neologismo-adecuado-en-espanol-1279/
[3] “Según explica la OMS, la voz inglesa infodemic, que es la voz original que emplea, se refiere a una sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra no) que hace que para las personas sea difícil encontrar recursos fidedignos y una guía de confianza cuando la necesitan. En español, se ha traducido por infodemia, voz morfológicamente bien formada, que en el contexto de las noticias sobre el coronavirus se emplea con relación a la gran cantidad de información que hay sobre el tema, mucha de la cual son bulos o rumores, por lo que vendría a equivaler a una ‘epidemia nociva de rumores que se generan durante los brotes’. Con este mismo sentido la OMS ya lo lleva empleando unos años.” (Marquina, 2020)
La Infodemia, sostuvo el periodista Javier Murillo durante su ponencia “Infodemia, la epidemia informativa colectiva. Enfoque y manejo de los datos en forma científica”, una Conferencia Magistral en el marco del Taller de Periodismo Científico organizado por el Instituto Global de Comunicación y Expresión Pública de la UNAM, se enfoca en el preconsciente que es la parte de los miedos y de las dudas, es decir, apela a las emociones, una vez más, dejando algo relegados los procesos cognitivos racionales. Es en esos momentos, indicó, donde se puede llegar a situaciones peligrosas con respecto a la información, indicó Murillo (2020)
[4] Disponible en su versión original en inglés en https://www.innovationhub-act.org/sites/default/files/2021-01/20210122_CW%20Final.pdf